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Como muchos ya sabéis, disfruto, junto a
los asistentes, de cada lunes y martes en las sesiones de coaching grupal, en Pueblo Nuevo (Barcelona).
Siempre hay regalo. Cuando nos vemos, iniciamos con un abrazo, conmigo y entre todas las personas. Es maravilloso, ese
contacto donde la mente se pone en blanco y tan sólo priorizamos el sentir. A mí sigue emocionándome, me
llena.
Son caras de ilusión, que llevan vivencias dibujadas por su rostro y cuerpo (un@s
vienen encorvad@s, otr@s a saltos, otr@s arrastrando los piés, otr@s con el
cuerpo echado hacia adelante,…), pero eligen
intervenir en sus vidas, ser sus protagonistas y actores principales, no
rendirse a las circunstancias, vivir
a pleno pulmón, descubrir, descubrirse.
Vienen, dan y reciben. Compartimos muchas cosas, gracias a los
pilares propuestos, ya desde un
inicio: Respeto, no crítica y no juicio. Somos seres humanos, todos traemos nuestra experiencia,
sin embargo, ninguna de las vivencias comentadas es calificada ni etiquetada,
empatizamos, crecemos, aprehendemos
de lo que, sin llevarlo preparado, surge allí. La invitación es, desde un tema
que ofrezco documentado, siempre aportando herramientas
vitales, esa provocación hacia una expansión y fluidez en intervenir con las propias opiniones, no siempre
compartidas, lo que lleva a una mayor visión de los distintos modelos mentales
(creencias + valores propios) y las consecuentes reflexiones para ese proceso
de responsabilidad en el desarrollo constante. Palabras como “la culpa”,
acciones como “la queja”, ya no se utilizan, vivimos una realidad auténtica,
fuera de excusas en contra de nuestra conciencia de sí.
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Mis palabras
que surgen del alma es, cuando nos comunicamos
en grupo, lo que fluye, lo que
sentimos, lo que experimentamos, lo que volcamos
y vaciamos, cada uno en su medida,
en sus circunstancias. Tod@s disponemos de distintas vivencias y momentos más o
menos complicados. Al compartirlos, aumentamos la felicidad o bien disminuimos la tristeza y dureza con la que podemos
interpretar nuestros avatares.
Gracias a estos encuentros, experimentamos límites anteriormente ni
pensados, de apertura, de aceptación. L@s asistentes se tornan un
ejemplo para muchos de coraje y acción. No dejan indiferente a su entorno. NOS VEMOS, observaremos que cada uno va cruzando sus propios desiertos.
Se dan pasos agigantados. De verdad que me emociono. Esto es real y, al compartirlo, le damos valor
y crece nuestra estima y confianza. Para mí es un honor
disfrutar de esa complicidad y sincronía.
Hay una palabra en sánscrito que resume
mi sentir hacia el grupo, que más bien sería llamado como equipo: NAMASTÉ (Tu alma honra mi alma). Mi
labor es un porcentaje pequeño en el avance de cada quien. Si no se pone de
cada uno, por intervenir, por recibir y ceder, el proceso sería estéril. Y esto
se ha visto en otras personas que han iniciado el viaje y se han apeado en otra
parada, no han continuado, en su cerrajón no han recibido ni actuado.
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La evolución
de cada uno es voluntaria y personal. No es viable obligar a nadie.
Eso ya lo hemos experimentado: socialmente, en la escuela,...
Amo profundamente el estado en que me
eleva el coaching, desde la más sincera humildad y gratitud hacia quienes permiten
ESTAR y RECIBIR.
Os quiero compañer@s de viaje!!!! Es aliento
lo que recibo de vosotr@s. Un oxígeno tan puro que sigo apostando y salvando
los obstáculos que, a veces, nuestra vida nos va colocando en pro de nuestra
mejor aventura en la vida.
Desde que comenzó el grupo de los lunes no he faltado ni a una sola sesión. Es algo a lo que no quiero prescindir. Me llena, me relaja, me anima, me ayuda, comparto, respeto y me siento respetada, amo y me siento querida. Es mi tiempo semanal para mí como persona, del cual me nutro y voy trabajando el resto de la semana... ¡sin parar!
ResponderEliminarLo recomiendo a todo aquel que quiera "crecer" como persona.
¡Gracias Mari Carmen por guiarnos!
Gracias, Nati. Nada mejor con el título del artículo, para que tus palabras me lleguen hasta el alma. Es magnífico alinear misión con pasión. Si cierro los ojos, me inunda una agradable sensación de amor, de un cariño sin pretensiones ni pertenencias, libre. Quiero y voy a por ello, sentirlo con ellos abiertos, pues esta realidad es totalmente de plenitud. Has conectado tal sentimiento con estas palabras, que tan bien has combinado, directas de tu corazón, que han inundado mis ojos con algo más que un brillo, un bonito río fluido de felicidad.
EliminarPreciosaaaaaaaaaaaaaaaa
Namasté (tu alma honra mi alma).
Suscribo totalmente el comentario de Nati, a quien no conozco pero quizás algún día podamos hacer una reunión conjunta y conocernos todos... Eres especial Mª Carmen.
ResponderEliminarMañana nos vemos,
Inés
Gracias, Inés!
EliminarTus palabras, a modo de cupido, me han atravesado gratamente.
Estoy encantada de poder recibir de vosotras y también de que os llegue aquello que considero esencial, más allá de los conceptos y temas, esa sensación familiar donde todo es bien recibido, con respeto, cariño y ese compartir e improvisar el momento que palpita.
Todo un placer tu encanto y sensibilidad. Tu presencia y mirada, siempre atenta y cercana, nutren el espacio.
Gracias. Un enorme abrazo de los nuestros ;)