jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Meditar o viajar?

Ha llegado a mis manos este vídeo, en el se que explica, de una manera muy sencilla la meditación. Una meditación de 1 minuto, para que podamos llevarla con nosotros a todas partes sin que nos obstaculice o pretendamos excusarnos con que no tenemos tiempo.



Tampoco está nada mal, para renovar el estado anímico y, con ello, la energía, una imagen que vaya cobrando vida. Trasladarte ahí e ir dándole sonido, olor, tacto, sensaciones de bienestar y una visión totalmente hermosa a tus ojos. 

Imagen de cuadro original pintado por Marta Riu.

Con esta imagen que te muestro, una vez entras, ¿a qué huele? ¿sientes la brisa?, ¿notas el tacto de la alfalfa, del trigo, de la tierra, de las amapolas? ¿qué oyes? ¿cómo te sientes?

Imagen de la web fiyi.pordescubrir.com

O tal vez prefieras trasladar tus sentidos a esta otra versión.
Hay tantas versiones como tu mente sea capaz de crear. De lo que se trata es de encontrar aquella que te sirva para alcanzar ese momento mágico que te aporte ese equilibrio y bienestar que, de tanto en tanto, vamos postergando y nos es tan agradable.
Como en todo, a medida que lo entrenas, a base de repetición, cada vez será más rápido alcanzar ese bienestar. Es portátil, cabe e inunda tu mente, durante los breves instantes que te des cuenta que necesitas desconectar, que estás en malestar.

Personalmente, dependiendo de mi estado y situación, voy alternando con mis "pantallas mágicas", suelo usar 3 versiones. La más frecuente se parece más a la de la primera foto, cuando el momento es más quebradizo elijo una parecida a la segunda, pongo mi hamaca y un delicioso cóctel! Y para momentos de grandes decisiones en los que no puedes desaparecer durante un mes para pensarlo, sino que has de dar una respuesta ya, mi imagen se torna a momentos familiares entrañables, donde todo es posible, y nada es erróneo.

¿Cuál/cuáles son la/s tuyas?

martes, 22 de noviembre de 2011

Gandhi, la felicidad y las neuronas espejo


Una buena amiga, me ha hecho llegar este texto que, a su vez, os traslado.

"Le preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles son los factores que destruyen al ser humano. Él respondió así:
La Política sin principios,
el Placer sin compromiso,
la Riqueza sin trabajo,
la Sabiduría sin carácter,
los Negocios sin moral,
la Ciencia sin humanidad y
la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado:
que la gente es amable, si yo soy amable;
que las personas están tristes, si estoy triste;
que todos me quieren, si yo los quiero;
que todos son malos, si yo los odio;
que hay caras sonrientes, si les sonrío;
que hay caras amargas, si estoy amargado;
que el mundo está feliz, si yo soy feliz;
que la gente es enojona, si yo soy enojón;
que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa.

La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.
"El que quiera ser amado, que ame".
La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz..."
 Foto de www.bitacorarh.com
Esto me recuerda la función de las neuronas espejo, como facilitadores de la empatía. Estudios científicos demuestran que en nuestro cerebro existen una serie de neuronas, llamadas espejo, que son las responsables de que podamos ponernos en el lugar de otras personas, es decir, de empatizar. Se encuentran localizadas en el área premotora frontal y en el lóbulo temporal de la corteza cerebral, en una zona muy próxima al área del lenguaje. Las neuronas no están aisladas, sino que realizan numerosas interconexiones con otras zonas del cerebro, especialmente con aquellas que están implicadas en las emociones, las del sistema límbico. Otros estudios han confirmado que también son responsables del contagio emocional, de ahí hallamos explicación a nuestro comportamiento similar a las personas de nuestro entorno, también la risa que se contagia, y los sentimientos que nos inundan cuando vemos  a otro sufrir. Una de las ventajas que esto confiere es que podemos ser capaces de predecir el comportamiento de otras personas y anticiparnos a sus acciones, de la misma manera que es una forma de mejora en nuestras relaciones sociales. El poder entender a una persona, más allá de lo que sus palabras expresan, facilita una buena comunicación.
Cuando vemos a un niño repitiendo gestos del padre o de la madre, actitudes, comportamientos, es la empatía la que está ahí presente. Es un aprendizaje por imitación, como si nos pusiéramos delante del espejo y la imagen fuera otra persona, que hace lo que nosotros; siendo al contrario cuando somos los imitadores. 
Lo impactante es que, en nuestro cerebro, se activan las mismas neuronas cuando recibimos un pinchazo que cuando observamos cómo se a pincha otra persona. Distintas patologías, pueden presentar una alteración de la función de las neuronas espejo, como podría ser el caso de los autistas, quienes tienen dificultades socializadoras. 
Justamente hoy me han hecho la observación de que hay algunas personas a las que no se les ve la característica de la empatía en su actitud. Esto no quiere decir que sufran una patología, sino que están resentidas y el muro/escudo que interponen, y que tal vez no sean del todo consciente de sus repercusiones insalubres, les lleva justamente a ese aspecto distante, inseguro y crítico.
¿Empatizas o bloqueas tu fluir natural? 

Coaching contigo mismo o Self-coaching



Cuando estaba jugando mejor, no estaba intentando controlar mis golpes con auto instrucciones y evaluación. Veía la pelota claramente, escogía dónde quería pegarla, y dejaba que ocurriera. Sorprendentemente, los golpes eran más controlados cuando no intentaba controlarlos”.
Tim Gallwey

Texto extraído del libro “El juego interior del Tenis” de Tim Gallwey, uno de los precursores del coaching.
Habla de nuestros 2 “yoes” el del consciente, lleno de críticas, excusas, obligaciones, control, forcejeos; y el del inconsciente, aquél que actúa en nuestros momentos placenteros, sin las “tinieblas” causadas por emociones frustrantes como la rabia o el miedo. Cuando nos sentimos libres, dejamos actuar al “yo bondadoso”, esa parte de nosotros que confía y fluye. Si suspendemos los pensamientos y los alejamos de temor y duda y tan sólo nos dedicamos a ser fieles a aquello que queremos conseguir, en ese preciso momento, sucede sin apenas esfuerzo, como si alguien lo hubiera hecho posible. No son duendes, Son acciones que, en otro momento has realizado, sin criticarte si lo hacías bien o mal, rápido o lento, simplemente las has aprendido y ya forman parte de tu inconsciente. Aquél que automatiza las acciones y te permite realizarlas sin apenas esfuerzo.
Seguro que más de una vez lo has experimentado. No me refiero a lo que ya tenemos en nuestro conocimiento como, por ejemplo, las acciones repetitivas de escribir en un teclado que ahora no necesitamos ir buscando visualmente la posición de sus teclas; o el haber pasado de sobrarnos intrumentos y faltarnos manos, al principio de nuestra andadura como conductores,  y ahora no esforzar al consciente de cada una de nuestras acciones para llegar a un destino. Más bien nos damos el permiso de mantener una charla con acompañantes o al móvil.
A lo que me refiero, en el intento de ir más allá, es a esos momentos en los que tienes que realizar una tarea en la que no te ves suficientemente capacitado, que no confías lo suficiente en ti. Que encargarías a otro que la hiciera, en el pensamiento de que la haría mejor que tú, o tal vez, una tarea que sueles hacer, pero que no hay manera que te salga en un momento dado, sientes una impotencia como de parálisis, estás bloquead@. Ahí podrás observar que está actuando ese “yo” lleno de normas y exigencias, esa parte perfeccionista y crítica que no te permite avanzar.
El coaching, ese proceso acompañado de un especialista en cambios, o el self-coaching en el que tú mismo te entrenas, te permiten elevar la conciencia, de manera que, cada vez más pronto, puedes observar si vas hacia lo que quieres o te peleas con eso mismo. Otros dicen “nadar en contra-corriente”, como Stephen R. Covey cita en su libro “El Octavo Hábito”. Hacemos mucho esfuerzo para no avanzar, pues nos estamos resistiendo sin saberlo. Expertos, en labores marítimas, han aconsejado, respecto de momentos de posible ahogo, que no nos resistamos, puesto que el cuerpo tiende a flotar. En la tarea de resistirnos perdemos fuerza y nos hundimos aún más. Esto no sólo sucede en ciertos ámbitos de nuestra vida, es sistémico y se repite en todos.
Si no te conformas, si sientes que realmente te estás esforzando y todo parece ir al revés o no avanzar, puede que sea ya tu momento, el comienzo para darte permiso a cambiar. 

domingo, 20 de noviembre de 2011

Coraje y fortaleza

Este vídeo, ha recorrido muchos hogares, sin embargo, la energía que lleva con sí, es digna de volver a ver. Nutre de coraje y fortaleza.
Ya sabemos que a cada cual le duele lo suyo, que no anima ni resuelve el dolor que te hace el dedo, cuando al lado tienes alguien al que le duele todo el brazo. A ti te sigue doliendo. Es más, casi que no nos atrevemos a decirlo, pues nos vemos necios y fuera de permiso para compartir. ¿Cómo quejarme del suspenso de mi hijo, cuando  el suyo ha sufrido un accidente y perderá el curso escolar?...
En ocasiones, en procesos de coaching para conseguir un equilibrio en su peso corporal, he empatizado con la emoción de impotencia de aquellos client@s que desean desprenderse de 5 kilos, como de 40. No sirve ningunear esa emoción, ese bloqueo que se está exteriorizando en sostener unos kilos impropios de la persona. No se trata de perder esos kilos, ya que no les corresponden, sino de permitirse vivir sin ellos: despedirlos!!

Una vez, una persona muy querida, viendo que iba a tirar a la basura un jarrón hecho y pintado a mano, de esos que hemos de realizar en la enseñanza básica, como tareas de la asignatura de plástica, me solicitó que se lo regalara. Para mí era algo feo y deforme, para ella una obra de arte. Aún hoy en día lo guarda y a mí me gusta volver a verlo, ya lo veo con otros ojos, los que ella me proporcionó, desde su propia visión. Empatía.
A pesar de las apariencias, aquellas personas que parecen de un carácter más débil, que siempre están agradeciendo y compartiendo de sí mismas, son las que más felicidad experimentan en su día a día. Son personas resilientes, crecen de las adversidades y ven oportunidades en todos los ámbitos. Adquieren coraje y fortaleza. No esperan a recibir o a que todas sus situaciones mejoren, para poder ser felices, simplemente, visten a diario y conscientemente el traje de la felicidad.
Te comparto un punto de vista. ¿Cuántas veces te ha sucedido que tuvieras unas ganas terribles de un servicio para vaciar tu vejiga? Cuando al fin ves la oportunidad, ¿te has sentido agradecid@ o lo has usado sin más?
Son muchas las sutilezas y ocasiones diarias para entrar en este estado, tal vez las quieras compartir en este espacio!

martes, 8 de noviembre de 2011

La Perspectiva Sistémica y la Psicogeometría, aliados en nuestra realidad actual



Según varias fuentes, en la antiguedad, la Geometría Sagrada era el centro de toda enseñanza. Ésta, aplicada a nuestra "psiquis" da origen a la psicogeometría que, tras años de investigación, nos la expresa D. Arturo Ponce de León, en colaboración con Dª. Ninón Fregoso:

"La Psicogeometría es el estudio del ser humano y su entorno, a través de los principios teórico-matemático-filosóficos de la Geometría Sustentable y de los aportes de la Psicología contemporánea. Estudia la estructura y dinámica de la geometría en los procesos de la vida. Busca ensanchar la inclusividad armónica para permitirnos vivir una mayor conexión con nosotros mismos y con nuestro entorno. Es una rama de conocimiento que aplica sus herramientas en la música, el diseño gráfico, la arquitectura, el arte, la danza y la terapia para elevar nuestras capacidades humanas y nuestra calidad de vida invitándonos a construir la realidad como un proceso geométrico de reinterpretación del mundo interior y exterior.
Entendemos psique como ‘alma’ y no como ‘mente’. La mente la podemos equiparar al disco duro de una computadora; es el lugar de almacenamiento de la información en sus diferentes niveles, pero el alma es la capacidad humana para reordenar múltiple información y crear nueva. La mente es un escenario de representación simbólico, mientras que el alma es el arte combinatorio, es la capacidad, y por tanto latente, de todo individuo para poder recrearse y recrear su medio. D. Winter, un investigador de origen norteamericano dice que podemos ver la manifestación del alma en la presencia de coherencia en la simetría de ondas del campo electromagnético del ADN. La información es forma “dentro de” y aunque suele asociarse al intelecto, tenemos información o formas que configuran nuestra conciencia en otros niveles.
La Psicogeometría estudia la manera en la que el alma y la conciencia pueden habitar armónicamente la materia, estudia cómo el alma humana se vale del ADN para manifestar sus potenciales en su entorno, en su contexto. Más que preguntarnos sobre su dimensión ontológica de la conciencia, abordamos este estudio desde la dimensión fisiológica y anatómica, es decir, el estudio de la conciencia por las funciones y la estructura que podemos observar en el ser humano. Algunas de las funciones básicas de la conciencia que el alma humana puede llegar a expresar son: las funciones sexuales, motrices, emocionales, intelectuales e instintivas, así como el ejercicio de las trece funciones secundarias de la conciencia. Es un conocimiento que nos permite crear una vida más sana en el individuo, la pareja, la familia y la sociedad reuniendo tanto la realidad exterior como la vida interior como realidades que están sucediendo simultáneamente, danzando entretejidas. A mayor nivel de fractalidad entre la realidad interior y la exterior, mayor inclusividad armónica de los opuestos, de las diferencias, y por lo tanto mayor es el nivel de conciencia de un individuo.
En la actualidad, cada vez más somos conscientes de ver la realidad como círculos de influencia, en vez de líneas rectas. Vemos círculos de causalidad, frente a lo que ya queda obsoleto o falto de explicaciones cuando nuestra interpretación se ampara en las casualidades. Este sería el salto cuántico: trascender la perspectiva lineal, cada vez más en desuso, para fluir hacia la perspectiva sistémica.  Mark Paich así la expresa: "La mayor promesa de la perspectiva sistémica es la unificación del conocimiento a través de todas las especialidades, pues los mismos arquetipos se repiten en biología, psicología, terapia familiar, economía, ciencias sociales, ecología y administración de empresa".
Si miras hacia atrás, incluso te esfuerzas y revisas desde tus primeros años, observarás ciclos, tal vez de entre 5 y 7 años, en los que ciertos patrones se repiten; por supuesto con distinto aspecto. En nuestra infancia, somos más activos en los cambios, sin embargo, a medida que vamos creciendo solemos crear cierta resistencia al cambio, creemos que ya hemos crecido y que podemos continuar con las mismas creencias que, en su día, cuando se instalaron y nos potenciaban nos servían, pero tal vez ahora nos estén bloqueando y atrapando en una realidad que ya ha cambiado. A medida que nos asentamos en una edad cada vez más adulta, podemos observar cómo se repiten los patrones, y es que todos entenderíamos y defenderíamos el darnos permiso a cambiar el modo de vestirnos, de peinarnos, de talla, de hábitos, de andar, de relaciones...Sin embargo, no lo aceptamos tan fácilmente con nuestras creencias. Ellas son la base, junto a nuestros valores, de nuestros modelos mentales. Si no revisamos aquellas creencias que nos están limitando, poco a poco, de la misma manera que un río se enriquece del fluir de sus aguas, mientras que se pudre cuando se estanca; así nos sentiremos nosotros. La forma en la que suele suceder nuestro "estancamiento" puede ser tanto en dolencias físicas como psíquicas. Lo notamos por la menor alegría, el distanciamiento, la falta de confianza en los otros, incluso en uno mismo, el estrés, la ansiedad, depresiones, dolencias y enfermedades. Tal vez nos enfocamos más en crear en nuestra mente problemas que soluciones, ver obstáculos y no retos. Quizás ahora pienses que de niños todo fuera más fácil, que los problemas aún no existían. Nuevamente te invito a que refresques tu memoria o, si no te es fácil, te fijes en niños, y verás como ellos  también tienen sus argumentos e inquietudes. Crecemos y ralentizamos en responsabilidad, lo tomamos como algo impuesto, no como la aventura de seguir creciendo, ahora desde nuestro interior. Nos aferramos muchas veces al victimismo (crítica, juicios, supuestos, culpas, quejas, rencores...), dejamos de ser los protagonistas de nuestra vida, viviendo la de otros. Siempre que criticamos estamos trabajando en nuestra mente para la persona criticada; cuando nos quejamos dejamos de lado nuestra responsabilidad ante la situación que estamos viviendo y la trasladamos a otros, como si con nosotros no fuera la cosa. Es como si nos cruzáramos de brazos y bloqueáramos nuestra parte constructiva.
Te invito a que te regales unos minutos para ti y te traslades a momentos muy felices contigo mismo. Relájate con la ayuda de cinco respiraciones abdominales donde el aire que aspires sea renovador y el que expulses sea liberador. Ve cerrando los ojos. Abre una pantalla en tu mente, desde un pequeño punto en el horizonte (puedes facilitarlo si lo sitúas en tu tercer ojo) con todo tipo de recreaciones: elige el lugar, sensación, olor, sabor, sonido, sosiego, paz. Tantos detalles como tu mente pueda crear para poder trasladarte. Una vez estés ahí, con una sonrisa y una felicidad auténticas, saboréalo y ve regresando poco a poco, con suave respiración y abriendo los ojos.
Ahora, en este estado, posiblemente te veas más preparad@ para que la responsabilidad, que confiere nuestra libertad como seres humanos, ya no sea una carga, sino la aventura del poder elegir, en cada momento conscientemente, qué pensamientos y actitudes te sean más enriquecedores. 
Estaré encantada si deseas compartir tu experiencia o enriquecer el artículo con tu comentario. Un abrazo!