lunes, 14 de enero de 2013

Solucionando



A veces intentamos solucionar los temas que no nos corresponden, pero que de alguna manera nos vemos involucrados y salimos un tanto perjudicados. Se parece a la anécdota del cartero del zar, al que, según fueran las noticias, le cortaban el cuello!!!
También podemos atender al dicho: entre 2 que se pelean, el tercero cobra! Es decir, no te metas en medio de dos que tienen afrontas, porque saldrás golpeado como un saco de boxeo o tal vez como un punching.


A veces, lo hacemos por amor, sin embargo, no somos conscientes de que no nos corresponde, que estamos protegiendo y mermando el crecimiento de los otros. Si no es nuestra la tarea, aunque temamos los resultados, los hemos de dejar fluir, podemos, eso sí, facilitar el proceso, pero no afrontarlo y llevarlo a nuestro terreno. Saldremos escaldados y dolidos. Muchas veces no hacemos caso a esa vocecita interior, es muy sutil. Pero a medida que avanzamos en el asunto, vemos que la situación cada vez nos afecta más, de manera que, si nos paramos a observar podemos ver nuestra propia actuación y el límite al que hemos cedido, con el cual ya no nos sentimos ilesos. Ese límite lo hemos de ir mesurando, en la medida que somos capaces de frenar y sostener la situación.
La pregunta sería ¿me corresponde? Siempre parece más fácil solucionar los asuntos ajenos que los propios, esto es un obstáculo y una postergación hacia nuestro propio avance. Hablo de situaciones en las que el amor está presente y que la emoción miedo asoma poco serena. Casos entre pareja, familia o relaciones laborales. Muchas veces algo sencillo, pero que está enquistado, intervenimos para que no aflore, pero eso no hace más que tapar una herida que sigue sangrante, por lo que duele. 


Decimos que el tiempo lo disuelve todo, pero a qué precio!!!
Si queremos avanzar, coger el coraje de ser asertivos, creo sinceramente que es la mejor apuesta. No posicionarnos en la encrucijada de que pueda ocurrir algo horrible, sino acertar con la intención de solucionar, respetando los valores de cada uno, así como sus creencias.


Para practicar efectivamente la asertividad, es necesario apartar las emociones perjudiciales, como el miedo y la rabia, para poder comunicarnos exponiendo cada uno sus dudas, sus verdades, sus opciones de solucionar. Esto es parte de la vida, parte activa, y, con cada fallo (a nuestros ojos, no a los de los demás) podremos observar nuestro avance. Tener ya una experiencia con balance a nuestro favor de una tarea resuelta desde nosotros y bajo nuestra responsabilidad. Si aún no lo hemos resuelto, pactar una solución en un plazo y con unas condiciones realizables, de manera que todo quede en paz y sosiego.
Por cierto, el aplicar los cuatro acuerdos de la sabiduría tolteca, nos puede servir de “as” en la manga. Y en éste orden: Sé impecable con tus palabras, no personalices, no hagas suposiciones y haz siempre lo máximo que puedas!!!

***Te recuerdo las 3 posturas habituales de reacción del miedo:
  1. Huir
  2. esconderse
  3. agredir
¿Cuál crees que es la tuya? Cuando observes tu reacción habitual, tal vez te des cuenta que, dependiendo de la situación, cambia. Yo lo he experimentado!


Buena semana J

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