domingo, 4 de octubre de 2009

El "ciberbullying"


Parece que nos olvidemos que todos los excesos son malos. Otro anglicismo para nombrar otra forma de acoso con suficientes adeptos. Según el Injuve (El Instituto Nacional de la Juventud) el 26,6% de los adolescentes españoles lo practica o lo padece. Esta nueva forma de acoso se realiza a través del teléfono móvil, internet y otras nuevas tecnologías. El resultado son problemas de salud mental en los adolescentes, que pueden replicarse durante su edad adulta. Los datos informan sobre ansiedad, depresión, anorexia, bulimia y otros transtornos de conducta.
La adolescencia es el cambio de niño a adulto, es una etapa en la que el equilibrio emocional se torna muy frágil y en la que el entorno es su mejor o peor apoyo. A este cambio físico, mental y emocional, en el que muchos, a su edad adulta todavía siguen en conflicto, sería muy interesante y creativo hacer balance de dónde se está y elaborar un plan de organización holística para retomar la ruta, el camino que nunca es tarde para replantear. No hay una edad justificada para cada persona, tampoco es para el sexo, pero nos podemos fijar desde los 10 años hasta los 20 y pocos. Parece un sector muy amplio, pero cada persona tiene un avanzar distinto y, dentro de la particularidad de cada uno, hemos de entrever que, en sus diferentes aspectos de la unidad sistémica (cuerpo, mente, espiríritu y emoción) no siempre van acompañados. No nos podemos guiar por "lo general o habitual". Solemos pensar que las niñas inician antes su cambio y que éste sea desde su físico. Por lo general, suele ser antes de que se exteriorice, por lo tanto su cambio físico suele ser precedido por su transformación emocional. Casi no lo detectamos, notamos ciertos "avisos aislados" que no tomamos en consideración, no nos llaman mucho la atención. Ciertamente, si mantenemos una relación abierta y comunicativa, creceremos junto a ellos y nuestra reacción será mucho más paralela, sin tantos estragos como si nuestra relación es más distante o mediante intermediarios: abuelos, canguros, horas extraescolares, ...
No es extraño oir de algunos padres: "No sé quien es mi hijo", no lo entiendo, pero de repente no se puede hablar con él, no como era antes, ya no sé quien tengo delante, no le conozco, es como si me lo/la hubieran cambiado. No se trata de que lo haya abducido un extraterrestre, más bien de una porción de tiempo suficiente como para que nos hayamos perdido en algún momento importante en el que nos necesitaba y no lo ha sabido expresar. No ha de ser preocupante, todo lo contrario, ha de ser motivo para que también nosotros cambiemos nuestra actitud, hagamos un esfuerzo de acercamiento desde su nivel, no utilizar la jerarquía, ir hacia la empatía, hacia el "buen rollo". Con esto no quiero decir que creemos una relación de "amén" a lo que nos digan, para eso somos los adultos de la relación, más bien se trata de crear una relación de iguales, donde demos y solicitemos apoyo, restablecer esa posición de responsabilidad en la que expongamos nuestra "no maestría en la situación" para así hallar por parte de nuestro hij@ una colaboración enfocada hacia la solución, no hacia el conflicto e ir echándonos pulsos. Si les mostramos nuestra parte de predisposición, nuestras ganas de acercamiento desde la humildad y el cariño, una y otra vez, van a encontrar en nosotros aquel amigo con flaquezas y valores, tan capaces y sensibles como ellos, sin necesidad de ponernos ni el disfraz de superman ni el de ogro, víctima, o cualquier otro que nos acerque a la ficción, pues el fingir es una postura difícil de sostener en el tiempo, y siempre nos lleva hacia su desconfianza. Ya sabemos que la confianza lleva al amor, y que el amor lo sana todo y a todos. El aislamiento típico del adolescente se acrecenta cuando no sabemos acortar las distancias, no hemos de poner tan difícil el recordar esa época que todos hemos pasado, con un poco de empeño en acercarnos, será más fácil a la vez que una bonita experiencia en ser partícipes de una aventura de la que, de no haber tenido una grata adolescencia, poderla enmendar desde la satisfacción de ofrecerla a nuestros hij@s.
Ya seguiremos!!

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