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martes, 11 de marzo de 2014

Primavera potente


Se acerca la primavera. Sabemos que eso comporta un desgaste corporal y emocional, nosotros somos parte de la naturaleza y también recibimos y damos. Es una nueva estación, un momento nuevo en nuestro viaje.
En sí, cualquier renacer, es una forma de dejar atrás cosas que trascienden, que se transforman. Dar paso a lo nuevo dejando ir lo viejo: transmutar, dejar morir aquello sin poner más apego…

Uno de los síntomas, cuando nos resistimos a cada cambio de estación, sobre todo primavera y otoño, puede ser la depresión. Es una forma de rendirse a la ansiedad, al estrés, al agobio, al ahogarte a veces. Coge aire…
No siempre entendemos desde lo pragmático, cognitivo, lo racional, qué nos está pasando. Nos ayuda mucho renovar el aire de nuestros pulmones y dejar en manos de nuestros otros centros de consulta (la inteligencia física, la social, la intuitiva, la espiritual) el momento conflictivo o tal vez menos agradable. Dejar pasar el momento sin empecinarnos en entenderlo todo, etiquetarlo o remover.

A veces nos quedamos sin argumentos cuando traspasamos la barrera de buscar excusas fuera a lo que nos sucede o sentimos. Cuando ya estamos en ese nivel, podemos comenzar a soltar y no culpar o exculpar a nada ni a nadie, ni tan siquiera a las circunstancias, que están ahí para darnos una visión más amplia no experimentada o tal vez experimentada sin tantos recursos como los que ya atesoramos.

Soltar no es más que permitir nuestro avance sin tanto lastre ni aquello que, en momentos trascendentales, tildamos de tonterías, pues hemos malgastado nuestro tiempo de felicidad y amor en otras inversiones menos fructíferas.
No hay nada como la información, estamos en la era del conocimiento, por lo que, apelando a nuestra responsabilidad, vamos a ser nuestros propios sastres, si así lo queremos.  Como la información y el conocimiento dan poder, a continuación desarrollo la sintomatología a distintos niveles de lo que es una depresión, según Lisa Bourbeau, en su libroObedece a tu cuerpo”
Tal vez así no permitamos bajar a esa dolorosa estación, siendo sabedores y conscientes. Al tiempo que detectarlo en alguien amado cercano.



Síntomas físicos
Los principales síntomas de la depresión son la pérdida de interés y de placer en las actividades habituales, un sentimiento de desesperación o de abatimiento asociado a la fatiga o a una disminución de energía, menor capacidad de concentración, indiferencia, desinterés, desánimo, repliegue sobre sí mismo y rumiación mental. Por lo general, el individuo que la padece no quiere pedir ayuda; prefiere que los demás sean quienes cambien. Duerme mal, incluso con la ayuda de somníferos. Habla poco y tiene tendencia a huir del mundo. Con frecuencia se confunde la depresión con el agotamiento.



Síntomas emocionales
La depresión es el medio que una persona utiliza para no sentir presión, sobre todo afectiva. No puede más; ha llegado a su límite. La persona con tendencias depresivas tiene conflictos pendientes de resolver con su progenitor del género contrario. Esto explica que muy a menudo ataque a su cónyuge, en quien establece la transferencia. Lo que esta persona hace sentir a su pareja es lo que hubiera querido hacerle a su padre o a su madre, pero se contuvo. Al rechazar ayuda, la persona depresiva continúa alimentando su rencor o su ira hacia ese padre o esa madre, y se hunde en su dolor. La gravedad del estado depresivo refleja la intensidad con la que se vivió la herida siendo niño. Las heridas pueden ser las siguientes: rechazo, abandono, humillación, traición o injusticia.
Para ocasionar un desequilibrio mental tan grande como la depresión y la psicosis maniacodepresiva, el dolor tuvo que ser vivido en aislamiento. Esta persona no tuvo con quien hablar en su infancia, alguien que escuchara sus preguntas y sus angustias. Tampoco aprendió a confiar en los  demás, bloqueó sus deseos y se replegó finalmente sobre sí misma, mientras aumentaba su sentimiento de rencor o de ira.



Síntomas mentales
En general, la persona depresiva no quiere ayudarse ni pedir ayuda, por lo que quienes la rodean son los que intentan resolver su problema. Si eres uno de ellos, te sugiero que seas muy firme con ella y le digas que nadie en el mundo puede sacarla adelante de manera definitiva, excepto ella misma. Lo más importante es que acepte que su estado depresivo le ocasionó el gran dolor que sufrió su SER en la infancia. Rechaza lo que ES. La herida más común es el  rechazo o el  miedo a ser rechazada. Esta persona debe admitir  que aun cuando haya sido rechazada en la  niñez, ello no quiere decir necesariamente  que su padre o su madre no la quisieran. El padre que rechaza a su hijo seguramente fue rechazado cuando era niño y todavía se rechaza a sí mismo. Sentir compasión por ese padre y perdonarlo es el inicio del camino hacia la cura.  Después, la etapa más importante es perdonarse a sí mismo por haber querido tanto a ese padre. A continuación, lo único que resta es expresarle a ese padre lo que sintió sin ninguna acusación de por medio. Es muy humano albergar rencor o ira cuando se es niño y se sufre intensamente el aislamiento. Por otro lado, sugiero que esta persona tome la decisión de reconocer su propio valor. Si le resulta difícil, puede pedir a quienes le conocen bien que le digan lo que ven en ella. Por otro lado, si la persona depresiva tiene ideas suicidas, sucede que alguna cosa en ella quiere morir para poder dejar lugar a lo nuevo. Confunde la parte de ella que quiere morir con ella misma.



Ya sabemos que cada caso es único, los distintos síntomas extrapolados a cada persona pueden variar. Sin embargo, es una valiosa información para, sin tomarla al pie de la letra, tenerla en cuenta.

Ya tienes el material, relaciónate. Recuerda que la felicidad crece cuando la compartes y la tristeza y miedo menguan, incluso se diluyen al compartirlos. No olvides escoger la o las personas en quien confiar tu momento, es importante, ha de ser buen afín a tus valores, respetuoso y saber escuchar sin imponer su criterio, tan sólo esa mirada atenta y empatía sana. El arte de construir amistad, nacido del amor.

Si tienes alguna duda, estoy encantada de exponerte mi criterio. Puedes dejar aquí tu comentario. 
Gracias por tu tiempo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La emoción que se genera tras un cambio

A pesar de lo que podríamos pensar, detrás de un cambio la emoción que se genera es de tristeza, algo ha dejado de ser, algo ha muerto o se ha transformado en otra cosa, a otro nivel no experimentado. Acto seguido, puede sobrevenir cualquiera del resto de emociones primarias, que bien pueden tener el aspecto de muchas otras secundarias, sin embargo, todas nacen para darnos una información que nos muestra la emoción. Si ha sido una decepción el miedo, a no ser reconocido (emoción hacia los otros) o no valer (emoción hacia nosotros). Si ha sido algo que llevamos mucho tiempo creando y se ha generado fruto de nuestro plan, la alegría. Si ha sido algo de lo que creemos haber hecho los pasos precisos y hemos invertido nuestro tiempo e ilusión, la rabia.
Pero, ¿qué hay detrás de un esfuerzo a primera vista infructuoso? Lo constructivo es ampliar el campo de visión.
Parece que cuando vivimos ese momento de inseguridad, estamos frente a una situación adversa, de decepción, de no entender...¿Qué falta ahí? Es una pregunta que nos lleva a la responsabilidad, al modo "qué puedo hacer yo ante esta situación", no a una reflexión victimista que nos sume a un estado destructivo.
Sucede que no nos paramos, no hacemos caso al momento, se nos escapan toda suerte de oportunidades. Vivimos en un mar de información, lo cual a veces no ayuda, sino que nos dispersa y empacha. ¿A qué, a quién escuchamos? Normalmente elegimos a aquello que se acerca a esa información que estábamos buscando, o tal vez nos fijamos primero en la persona que emite la información, que para nosotros tiene credibilidad, hemos contratado esa confianza de no sentir que estamos perdiendo el tiempo que le dedicamos. Sin embargo, te invito a observar que ya tenemos algo tangible, pues ante la elección que, a cada instante de nuestro momento hemos de decantarnos, nace de un "querer algo", de una mínima claridad de hacia dónde vamos. 
Quizás no seas consciente, pero es sorprendente el observarnos para ver más allá de lo que muchas veces ni nos planteamos, sin embargo hacemos. Es como si lleváramos puesto el modo automático y vamos haciendo, a pesar de no haber descrito el rumbo. ¿Te imaginas si lo describieras?
Pero, ¿qué hay detrás de ese momento confuso? Has hecho ruido, una gran apuesta, pero la pólvora parece que esté húmeda y no prende, no surgen los cohetes ni los fuegos artificiales. Sin duda, se ha de revisar la técnica, quizás estás abarrotando con más de lo mismo, en cuanto a técnica anunciadora. Sabes que tu mensaje es intenso, que llega, no deja indiferente; sin embargo, y a pesar de que aquellos quienes lo conocen quedan satisfechos y lo valoran, algo falta.
Mi sugerencia: perseverancia. Estar atent@ a aquellos mensajes que nos suelen pasar desapercibidos. No cerrarnos la ventana de la claridad y dar un tiempo suficientemente vibracional como para no "tirar la toalla" antes de aquel tiempo metabólico para poder distinguir entre la tenacidad y la tozudez. Cualquier momento de la vida es mágico para el aprendizaje, y las situaciones en las que te posicionas víctima o melancólic@ ennublecen la visión, entorpecen la claridad y algo nos estamos perdiendo.
Muchas gracias por estar aquí!