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lunes, 17 de marzo de 2014

El apego y la libertad


Apego, dichoso apego.
La cultura europea, en la que he navegado e intento, cada vez más, ampliar mi visión, nos lleva a unos apegos sobre la materia, me refiero no sólo a “el tener”, sino también al poseer, de alguna manera a las personas  que “queremos”. Tal vez, cuando cambiamos al uso de la palabra “amar”, ya no hay tanto apego ni resistencia a la libertad propia y ajena. Amar sin propiedad, sin condiciones: amor incondicional. Amar a tu pareja por ser quién es, no distanciarse por el cómo se comporta, siempre y cuando nosotros mismos sepamos amarnos y poner, para ello, una actitud de respeto, con lo que se inicia ese boomerang. No estoy diciendo permitir hasta recibir lesión de cualquier índole. A veces, agarrados a unos patrones de pensamiento automatizados, no sabemos cambiar ese “chip” y somos nosotros mismos quienes invitamos a según qué situaciones.
Podemos observar en los animales y ellos lo hacen más fácil.


Nuestra relación con los hijos, esa pseudolibertad en la que “es mi hijo” conlleva a unas posturas, a veces de posesión, como si no fueran seres interdependientes, sino dependientes. En cierto aspecto una de las tareas de los padres, es protegerlos, pero no borrar su propio formato o esencia, moldearlos, no castrarlos, de manera que los hagamos dependientes de cualquier forma de expresión.  
Una forma de medir nuestra propia libertad, de aquello en lo que nos damos permiso a realizar, desde nuestro pensamiento, palabra y luego acción, es reflexionar y utilizar las neuronas espejo de aquello que permitimos o no permitimos a otros. Y, con otros, me refiero a cualquier ser de nuestro entorno, con mayor graduación con los que forman parte de nuestro círculo de influencia. Tanto cercanos como viviendo a kilómetros, pues ya sabemos que cada vez más, las distancias son virtuales. De ahí que surja la frase “la confianza da asco”, a veces, al confundir este linde de libertad, pretendemos imponer, muchas veces inconscientes de lo que estamos proyectando, y perdemos el respeto ajeno.


Cuando el apego es hacia un ser querido que ya no está en “modo terrenal”, duele, escuece, hace que nos distorsionemos internamente y que, de alguna manera, interrumpamos nuestro propósito diario: ser felices y aportar al mundo nuestra entera felicidad. Nos inunda la tristeza, una tristeza que, si bien es natural por ese cambio que nos indica una forma nueva de seguir viviendo, ese salir de nuestra zona conocida y aprender ahora a vivir sin esa presencia física del ser querido, aún nos aturde. De alguna manera, creemos que los necesitamos, que sin ellos no será nada igual. Es cierto lo segundo, sin embargo, en eso consiste el crecimiento y, cuando  somos pequeños y no estamos tan viralizados por condicionamientos, normas y miedos, vemos natural el crecer. Incluso, como así nos lo presentan y, bastantes lo solemos “comprar”, la información que recibimos, desde diferentes inputs es que entramos cada vez más en inteligencia y, por lo tanto, acopio de poder: “ya lo entenderás cuando seas mayor”, “entonces podrás opinar”,… y esas frases que traducimos a “me verán más”, “aún no me puedo mostrar como soy”,” voy a ver cómo me lo monto para ser importante hacia los otros”. Qué lástima, qué manera inconsciente de condicionar y, luego, condicionarnos nosotros mismos. O bien buscando la aprobación, el reconocimiento, el equilibrio entre lo justo y lo injusto, el qué dirán, el bailar con las quejas que vemos anunciar por otros y que ni siquiera estaban en nuestro campo visual. Nuevamente, todo nos lleva a la mayor razón del Ser, sentirnos amados. Ahora ya podemos ver la mejor versión de nosotros mismos: ser no es fingir ni justificar, sino amar sin traspasar el respeto propio y ajeno bajo la libertad de aceptarnos sin confundir con el libertinaje. Elegir, desde nuestra dignidad, a cada paso, nuestro comportamiento y actitud ante la vida. Remodelarnos según nuestros valores e ir cuestionando nuestras creencias limitadoras.
Si nos proponemos escucharnos, desde un diálogo interior totalmente libre de quejas y críticas, de manera que podamos tocar con nuestra esencia, nuestro máximo amor, eso es lo que ofreceremos externamente. Los apegos serán cada vez menos transgresores, más humildes y manejaremos una mayor capacidad de flexibilidad en la que nuestra experiencia se nutrirá de mucho más de lo que pudiéramos imaginar. Nada es totalmente tangible, todo pasa por nuestras reglas internas, todo es interpretado según las normas de nuestra vida, nuestros modelos mentales: valores y creencias. De ahí que cuando dialogamos con otras personas, podamos nutrirnos más, observando cómo para ellos la realidad no es igual a la nuestra. Por lo tanto, aquello que creemos tan sólido: “tener la razón”, ya no es tan importante ni frustrante. He ahí nuestra evolución, eso que recibimos y damos amplía nuestra experiencia, muchas veces, aun así,  hemos de “catar” por nuestra parte, eso que llamamos equivocarnos, tenemos el derecho a probar, a pesar de las experiencias vividas por otras personas. Otras veces, desde la empatía, ya tenemos suficiente.
Después de todo, la cultura es la traslación del saber ofrecido por muchos otros, con los que estamos en mayor o menor medida de acuerdo.


Retomando los pulmones del apego, ese constructo diario, y esa libertad última de saber vivir con uno mismo y ofrecer, sin esperar a que te ofrezcan, ni tampoco imponer, es uno de los caminos más dulces de llegar a un autoconocimiento placentero. Ya sabemos los valores intrínsecos al ser humano: el amor y la libertad. Por ellos se han generado milagros y matanzas, también por el poder. Damos vueltas y vueltas a lo largo de las generaciones con estos tres motivos por los que continuar sembrando y, de alguna manera, lo que decimos “luchando” por pertenecer a un mayor o menor grupo. Por ser visibles, importantes.
El amor lleva a la felicidad, si desatamos las barreras del amor, respiraremos y exhalaremos felicidad y amor. Esas barreras que aún sentimos de los seres queridos que ya no están en forma física las podemos transmutar con una sonrisa interior, de manera que, aunque ya no cohabiten en un mismo plano, notamos su presencia, entran en nuestros sueños, siguen ahí vivos en nuestra mente y corazón, son parte de nuestra alma, pero ahora ya sin los sufrimientos que acompañan a nuestra parte más material, nuestro necesario ego para poder tener ese acompañante del alma, nuestro cuerpo.

Doy gracias a todos los seres queridos que ya han partido y han volcado su amor en mis células, que, de la mejor manera que han sabido han compartido su bondad y templanza, su calor humano, sus vivencias.  El resto de momentos menos luminosos desde ellos mismos y así traducidos por mí, muchas veces sus miedos reflejados en palabras y actitudes, son diluidos.  Esa pequeña falta de luz, cuando estaban en esta vida es la que, desaparece en su recuerdo. De tener algo pendiente, siempre estamos a tiempo de hablar alma con alma, un nuevo diálogo interior y dejar en paz nuestro momento, pues ellos ya lo están. 

jueves, 9 de mayo de 2013

Palabras del alma

Imagen web

Como muchos ya sabéis, disfruto, junto a los asistentes, de cada lunes y martes en las sesiones de coaching grupal, en Pueblo Nuevo (Barcelona).
Siempre hay regalo. Cuando nos vemos, iniciamos con un abrazo, conmigo y entre todas las personas. Es maravilloso, ese contacto donde la mente se pone en blanco y tan sólo priorizamos el sentir. A mí sigue emocionándome, me llena.
Son caras de ilusión, que llevan vivencias dibujadas por su rostro y cuerpo (un@s vienen encorvad@s, otr@s a saltos, otr@s arrastrando los piés, otr@s con el cuerpo echado hacia adelante,…), pero eligen intervenir en sus vidas, ser sus protagonistas y actores principales, no rendirse a las circunstancias, vivir a pleno pulmón, descubrir, descubrirse.
Vienen, dan y reciben. Compartimos muchas cosas, gracias a los pilares propuestos, ya desde un inicio: Respeto, no crítica y no juicio. Somos seres humanos, todos traemos nuestra experiencia, sin embargo, ninguna de las vivencias comentadas es calificada ni etiquetada, empatizamos, crecemos, aprehendemos de lo que, sin llevarlo preparado, surge allí. La invitación es, desde un tema que ofrezco documentado, siempre aportando herramientas vitales, esa provocación hacia una expansión y fluidez en intervenir con las propias opiniones, no siempre compartidas, lo que lleva a una mayor visión de los distintos modelos mentales (creencias + valores propios) y las consecuentes reflexiones para ese proceso de responsabilidad en el desarrollo constante. Palabras como “la culpa”, acciones como “la queja”, ya no se utilizan, vivimos una realidad auténtica, fuera de excusas en contra de nuestra conciencia de sí.

Imagen devianart.com
Mis palabras que surgen del alma es, cuando nos comunicamos en grupo, lo que fluye, lo que sentimos, lo que experimentamos, lo que volcamos y vaciamos, cada uno en su medida, en sus circunstancias. Tod@s disponemos de distintas vivencias y momentos más o menos complicados. Al compartirlos, aumentamos la felicidad o bien disminuimos la tristeza y dureza con la que podemos interpretar nuestros avatares.
Gracias a estos encuentros, experimentamos límites anteriormente ni pensados, de apertura, de aceptación. L@s asistentes se tornan un ejemplo para muchos de coraje y acción. No dejan indiferente a su entorno. NOS VEMOS, observaremos que cada uno va cruzando sus propios desiertos. Se dan pasos agigantados. De verdad que me emociono. Esto es real y, al compartirlo, le damos valor y crece nuestra estima y confianza. Para mí es un honor disfrutar de esa complicidad y sincronía.
Hay una palabra en sánscrito que resume mi sentir hacia el grupo, que más bien sería llamado como equipo: NAMASTÉ (Tu alma honra mi alma). Mi labor es un porcentaje pequeño en el avance de cada quien. Si no se pone de cada uno, por intervenir, por recibir y ceder, el proceso sería estéril. Y esto se ha visto en otras personas que han iniciado el viaje y se han apeado en otra parada, no han continuado, en su cerrajón no han recibido ni actuado.

Imagen web
La evolución de cada uno es voluntaria y personal. No es viable obligar a nadie. Eso ya lo hemos experimentado: socialmente, en la escuela,...
Amo profundamente el estado en que me eleva el coaching, desde la más sincera humildad y gratitud hacia quienes permiten ESTAR y RECIBIR.
Os quiero compañer@s de viaje!!!! Es aliento lo que recibo de vosotr@s. Un oxígeno tan puro que sigo apostando y salvando los obstáculos que, a veces, nuestra vida nos va colocando en pro de nuestra mejor aventura en la vida.
Sigue en marcha el proyecto para los jueves! Un fuerte abrazo J

lunes, 31 de diciembre de 2012

Nuevos caminos para experimentar



Parece que estamos en el último día de "algo" que, en realidad, es un ciclo que continúa.

Muchas personas hacen el balance de final de año, repasando sus momentos felices, sus momentos productivos, sus avances, sus cambios y sus rutinas. Otras personas lo hacen después de otro momento reconstructivo: después del verano.

El sentarnos y dedicarnos un tiempo a proyectar qué queremos hacer en un periodo de tiempo, como podría ser a corto (3-6 meses), medio (6-9 meses) o largo plazo (1 año o más), nos facilitará el hacer conciencia de que aquello en lo que invertimos con nuestra intención y lo seguimos, sucede!!!

Para que nuestros deseos y proyectos se materialicen, una manera muy efectiva es, sabiendo nuestras cualidades y momento actual, así como nuestro entorno potenciador (equipo a favor), visionar qué queremos, tanto en el terreno profesional como en el personal. Nos hemos de acordar que un equilibrio genera bienestar y satisfacción, de otra manera andaremos contra nuestra propia corriente.
Iniciar por conocer nuestros propios valores: aquellos que nos hacen bien, que nos permiten sentirnos y realizarnos, es un trabajo de nos da muy buenos resultados, nos resuelven las dudas diarias en nuestras elecciones. Si elegimos hacia nuestros valores nos sentiremos productivos y generaremos una energía de acción constructiva. Si vamos en contra de nuestros propios valores, con la falsa idea de beneficiar a otros, estaremos boicoteándonos, es un corto plazo hacia nuestra propia insatisfacción. Ahí nuestra ansiedad y el no entender qué está pasando, pues nos contamos que estamos haciendo y haciendo por los demás y no nos sentimos apreciados en la medida que entendemos justa hacia lo aportado.
Hagamos lo que hagamos nos sentiremos ofendidos y menospreciados: hemos comenzado “ninguneándonos” o “posponiéndonos”…ya sabemos que eso no resulta! Entonces, una vez más, intentar ese cambio de “chip” creando nuestra situación organizada de confort, nos lo facilitará el ir en pro de nuestros valores.

Ya tenemos un comienzo sensato y exitoso. Ahora a diseñar, desde nuestro propio respeto, aquellos sueños, deseos y proyectos pensados con las mínimas limitaciones.
¿Cómo?
  1. ¿Dónde quiero ir, qué quiero conseguir, qué me motiva a dar un cambio positivo….? Unas veces resulta de un “basta ya”, un golpe en la mesa, un enfado sostenido que no queremos que se repita o sencillamente una ilusión que tenemos! 
  2. ¿Dónde estoy ahora mismo? Mi realidad, mis aptitudes y actitudes, mis fortalezas, mis permisos para mejorar…mi ilusión! 
  3. Ya hemos creado una ruta, el primer paso nos sitúa en el punto B y el segundo paso en el punto A. Ahora tan sólo hemos de crear un “Plan de acción” para llegar de A a B, una especie de ruta con los pasos y la temporalidad creíble por nosotros para no agobiarnos y, en cambio, ver realizados todos los pasos!!!


No olvides ir revisando, paso a paso, cada una de tus acciones descritas en tu Plan de acción (esto te alentará a continuar) y, si fuera necesario, realiza los cambios precisos para que sea una realidad en la medida de tus avances y circunstancias. Sé flexible y bondados@ contigo mism@.

Si tienes dudas, o te gustaría una ampliación a este post, sólo tienes que solicitármelo y continuamos!

Para personalizar tu propia ruta, podemos realizar un exquisito proceso de coaching, tú eliges. Tal vez sea un bonito regalo para tu realización vital: personal + profesional. Estaré encantada de guiarte, si así lo quieres.
Aquí me tienes!!!!


Feliz año 2013

domingo, 10 de junio de 2012

Fluyendo en la complejidad humana


Imagen de internet

Esta mañana, una amiga me ha enviado el siguiente mail (los nombres los he cambiado):
Mi amiga Berta vive detrás de mi casa, y tiene una perrita que se llama Lola, es una bóxer. La quiero mucho, es un encanto. Cuando su niño de casi dos años llora, la Lola le hace mimos, qué te parece??”
Lo que primero ha construido, en segundos,  mi mente ha sido la escena entre la perrita y el bebé. Ese amor que los caninos regalan como parte de su indumentaria. Es como si hablaran el mismo idioma, sin necesidad de normas, fundamentalismos o versiones de “bien y mal”. Sin juicios, tan sencillo como empatizar y, libres de condicionamientos, estar ahí, ofreciendo su amor desinteresado y fluido. Seguro que a la perrita no le ha hecho falta saber qué le pasaba, ella sentía su emoción y la equilibraba. Tampoco tenía que recriminarle: “ahora no se llora” o “no molestes” o “aún no es hora de comer” o “si hubieras cenado lo que te ofreció tu madre ahora no estarías hambriento” o “ahora no tengo ganas de atenderte, estoy ocupada”…
Hay actitudes en las personas que están tan “amaestradas” que poco queda en ellas de natural. Lo que solemos decir “de humano”. Sin embargo, los caninos muchas veces nos superan en este aspecto. No están sometidos a tantos tabúes, patrones, guiones o condicionamientos. Viven en el ahora y totalmente libres, aunque supeditados a nuestros convencionalismos.
Mi respuesta ha sido directa, sin elaboración: AMOR. Los animales se rigen por inteligencias vibratorias, no por la lógica o racional con la que nosotros hemos sido adiestrados. Su base de análisis es más certera, pues no "ha lugar" a las malinterpretaciones o medias verdades!”

imagen de internet

Recuerdo una escena de una película (pero no su título) en la que un niño había entablado amistad con un perrito que actuaba en un circo (un Golden retriever). Este perrito, creo recordar que era maltratado por su dueño, de manera que le hacía trabajar para él sin apenas la recompensa de amor que los animales desean (también las personas, pero ponemos otros condimentos por delante!!). Durante un tiempo, en la huida del perrito, está conviviendo en casa del niño con la aceptación de su madre. Al poco, paseando, lo reconoce su dueño en un parque público y reclama su pertenencia, la madre intenta negociar con su dueño, pero éste no acepta. El perrito y el niño, haciendo equipo vuelven a huir, pero la madre explica lo inexplicable, en un idioma de sensatez y regido por las “normas sociales”, que tenía la obligación de permitir que el dueño se llevara a su perro, a pesar de que ni el perro ni la madre ni el niño estuvieran de acuerdo.
La escena retenida en mi mente se dibuja en una montaña. El niño va con el perrito hasta allí con una mochila en su espalda, en la que lleva un frisbee (el disco volador que se lanza con la mano). Con lágrimas en los ojos y el corazón confungido, alzando la voz, le dice al perro “Vete, vete lejos que ya no te quiero”.  Su voz era entrecortada, a pesar de la fuerza para que saliese de su garganta… El perro que siempre era muy obediente se quedaba inmóvil, pues escuchaba la orden que mencionaba su voz y los gestos de las manos, pero sentía la incoherencia del mensaje de su emoción “te quiero y no quiero separarme de ti”. Este último era más fuerte y certero para el perro, no había error. El niño lloraba, temblaba de impotencia, estaba rojo de rabia. No era feliz.
Esa escena fue de gran impacto en lo que muchas veces las personas pretendemos saltar por encima, obviando las otras inteligencias que disponemos: la social, la emocional, la intuitiva y la física. [Tal vez algún lector note a faltar la espiritual, la podemos combinar con un plano superior de la intuitiva…]. Todas estas son vibratorias, en código binario (si, no; me acerco, me alejo; me gusta, no me gusta; me apetece, no me apetece; me tranquiliza, me altera; me alegra, me entristece…). No las podemos argumentar, esa es tarea de la lógica, pero ya vemos que con sólo la racional el mensaje queda incompleto.
En nuestra cultura, la forma en que construimos nuestros pensamientos y recuerdos es bajo las instrucciones de la inteligencia lógica, aquella que nos da una serie de reglas y datos, una información que administrar y secuenciar. Sin embargo, con sólo ella, queda coja nuestra experiencia, pues siempre hay una emoción, una sensación, un intangible vibracional que completa en nuestro recuerdo. ¿Cómo te explicas que un aroma te lleve a tal recorrido emocional (alegría, tristeza, rabia, miedo…)? Si acudiéramos sólo a la lógica, seríamos robots, máquinas en las que las lágrimas de alegría o tristeza fueran en forma de colirio sintético.
Por cierto, al final lanza el niño tan lejos el frisbee que aprovecha el recorrido de su distancia para marchar y permitir que el dueño recupere al perro. Snif…

imagen de internet

Entiendes ahora un poquito más nuestra complejidad, al tiempo que la maravilla de estar presentes en nuestra vida y conocernos y respetarnos sin etiquetas?

domingo, 11 de septiembre de 2011

Pep Guardiola, pasión por su trabajo

Un reconocido coach en el  mundo del deporte, Pep Guardiola, recibió el pasado jueves día 8 de septiembre'11 la medalla de oro del Parlamento de Cataluña.
En el vídeo que os comparto, refleja tanto la pasión por lo que hace a diario, como los valores que marcan la estrategia de su calidad de vida: humildad, amor y respeto.
El arte de la superación que maneja a diario, le permite aprender y transmitir desde su propio sentir diario. Es una persona disciplinada con una diana clara, por lo que todo lo que le envuelve vibra y atrae aquello que tan claro posiciona en su quehacer diario.
Se nutre y agradece el amor de su familia, confiesa el haber aparcado, por su apasionamiento al trabajo, las relaciones con sus amigos. Sin embargo, las tiene muy en cuenta...las piensa en standby de poder compatibilizar su mayor rendimiento profesional, junto al familiar, hasta equilibrar más el tiempo hacia tantas personas que le han proporcionado llenar su interior convirtiendo su forma actual.
Os dejo en su grata compañía.
Un abrazo y hasta pronto!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Intención de mejora en la relación, su comunicación


Para tomar las riendas de nuestra felicidad vale la pena comunicar y no dar espacio a los malentendidos, dando rienda suelta a sentimientos y emociones nocivas a nuestro bienestar.
Muchas veces se tiene la sensación de no ser comprendido, o de vivir una vida a medias, al menos no plena. El amor es uno de los ingredientes que, con poco que le dediquemos, se muestra agradecido. Se trata de algo instantáneo. Es un boomerang que envías y te llega aumentado, pues se une a la satisfacción de tu proyección más la del otro.
Uno de los temas actuales que no deja indiferente a nadie es la alta tasa de separaciones y/o divorcios, sin tener en cuenta los matrimonios que no funcionan como ambas partes desearían.
Una forma de luchar contra esta sensación de conformismo es comunicar nuestras expectativas, renegociar y poner en claro nuestros sentimientos. No es natural que todo a nuestro alrededor cambie y pretender que nuestra relación pueda funcionar sin nuestras nuevas y adaptadas aportaciones.
Vemos que la moda retro, sigue apareciendo en varios aspectos de nuestra vida. De la misma forma, podemos aceptar como opción válida una carta a nuestra pareja. Con la mejor intención de apertura participativa.
Carta de una esposa a su marido
Me gustaría renegociar aquello que parece que en algún lugar, de un modo no escrito, he dado mi SÍ un día, en algún momento de mi vida. O quizás ha quedado “implícito” a lo largo de nuestra relación, hasta ahora.
Me gustaría seguir a tu lado, pero no por encima ni por debajo, sino JUNTO a ti. No deseo seguir mirándote bajo tus miedos en forma de limitaciones hacia el ser maravilloso que eres y escondes, que muchas veces te esfuerzas en disfrazar de ogro. Ni tampoco tener que desviar mi mirada porque no me los halles a mí.
Me gustaría que todo cuanto somos y pensemos no sea juzgado ni analizado desde nuestra parte destructiva, sino observado desde la constructiva: desde el apoyo y cariño mutuos, enriqueciéndonos. Desde esa alianza que debiera estar presente cada día en nuestros pensamientos de que seguimos eligiendo el estar el uno al lado del otro como lo más agradable y acertado.
He aprendido que la suma de dos puede ser un resultado diferente, me refiero a complementarnos, no a competir. Sumar fuerzas y no anularlas. Aquello que no nos agrade irá cayendo en desuso hasta desaparecer. ¿Sabes? Cuando competimos, ambos somos muy buenos echando el pulso, pero el resultado jamás se dirige al amor, más bien al distanciamiento y el vacío. Ya he aprendido que el enfrentarse no está dentro de mis elecciones.
Recuerdo, en mi infancia, que se estilaba soñar con lo que sería de cada uno de nosotros en una etapa adulta, tanto relacional, como profesionalmente. Entre los amigos solíamos ajustar nuestros deseos e ir añadiendo, ampliando, o variando, a medida que alguien aportaba algo nuevo que nos convencía y animaba. La pregunta solía ser ¿y tú qué serás de mayor? ¿Te casarás? ¿Tendrás hijos?¿Cómo será tu casa? ¿Dónde vivirás?...todo eran preguntas un tanto abstractas, pues el modelo que conocíamos en nuestras familias, muchas veces distaba de los cuentos de hadas. Por lo tanto, lo divertido era subir un poco el nivel de lo que se manejaba en nuestro entorno, sin embargo con los mismos conceptos y actitudes que veíamos!
En estos momentos de mi vida, entiendo que, por fin tengo más claros, (desde la experiencia de aquello con lo que me siento bien y me agrada, frente a lo que no estoy dispuesta a sufrir por más tiempo) aquellos puntos en los que asentar los pilares de mi relación contigo. Tantos terremotos, han movido sus raíces y ya no es un lugar tan seguro.
Me encanta recibir un latigazo de alegría en el corazón cuando te veo por las mañanas, o si ya te has ido, cuando me llamas, o recibirme con un tono de satisfacción cuando yo te llamo.
Me ilusiona poder compartir contigo mis aventuras y descubrimientos diarios, también los comentarios de temas menos circunstanciales, para recibir tu parecer y ampliar la experiencia.
Me colma percibir en ti una mirada de cariño e ilusión por estar juntos, unida a una sonrisa de confort, complicidad y reciprocidad.
Me gustaría que fuese más a menudo el ser capaces de innovar estados de ánimo en el otro, cuando éstos no reflejan nuestro estado de productividad más sereno y eficaz, con notas de humor y desenfado. A veces, un abrazo lo cumple.
Me calmaría el poder compartir esos proyectos en la confianza de que tu visión va a ampliar la mía, ni a mermar ni a criticar, sino siendo una observación constructiva.
Quisiera que manejásemos nuestro encanto personal como amigos que se eligen y enaltecen el uno al otro. Iniciar proyectos e ilusiones bajo el respeto a los valores de cada uno, sin pretender ser más importantes los del uno que los del otro. Tener en ti el sosiego de un hombro acomodador de esos momentos en que el alma parece haberse encogido, y no recibir más garrotazos de los que uno ya siente. De la misma manera que no fuese tan difícil desde ti que me solicitases ese hombro.
Sentir la libertad y dar libertad,… Ser, no pertenecer. Manejar el hablar de ti o de mí en términos de respeto y pasión por la naturaleza del otro. Ser fácil el hablar contigo, y no un obstáculo lleno de angustia y postergación.
En conclusión, me gustaría saber tu opinión, junto a tu aportación de aquello en lo que no haya tenido la astucia de poder ver y que sea bueno para nuestro nuevo comienzo como pareja. Y, ¿sabes? Renovar y limpiar nuestra mirada con lágrimas de felicidad ¿quieres?

Un abrazo! Hasta pronto!