miércoles, 15 de enero de 2014

Diseña tu relación de pareja

Edición del artículo publicado en  www.tuacierto.com, ahora allí anulado


Diseña tu relación de pareja

Foto de internet
Foto de internet
Ese sentimiento de soledad, muchas veces pensamos que lo podríamos compensar hallando pareja. Salimos a la caza y no somos conscientes de realmente qué queremos.
En este caso, para evitar dificultades, propongo realizar un listado de las características que, en teoría, tendría que tener esa otra persona. Así seremos conscientes y nos facilitaremos el reconocerla, lejos de impulsos prácticos y de corto metraje. Es decir, cuando proyectamos en nuestra mente lo que sí queremos, es mucho más fácil hallarlo.
De la misma manera que hacemos con cualquier otro deseo: preparar el planing de un viaje, preparar las maletas, nuestro futuro, elegir el colegio para nuestros hijos, el traje que queremos llevar para cierta ocasión, preparar la colada, planear la comida... En la mayoría de las cuestiones, no nos parece raro el listar lo que queremos.
A continuación os comparto un relato de un ejercicio propuesto a un cliente en una de las sesiones de coaching de su proceso. La realización, por parte del cliente, del ejercicio es privada y goza del secreto profesional.

Antes de realizar el ejercicio, me presenta la siguiente duda:

No se si entiendo bien lo que quieres decir cuando dices: “definir lo que deseas encontrar al otro lado (persona), como espejo para que refleje ese amor que, sin la otra persona queda cojo y falto de emoción.

…Hablan de almas gemelas, de la media naranja…Son esas partes que nos reflejan el sentimiento de “completos”. En sí ya lo somos, pero aquella esencia que nos “encanta, enamora,…” del otro es también nuestra, pero algo impide que surja al exterior. Requerimos de otro para que la revitalice, para sentirnos (valga la redundancia) completos. De ahí que las personas se vayan distanciando: ocurre que ya alcanzamos eso que necesitábamos de nosotros mismos, y seguimos buscando más realización en otra persona, según el crecimiento y momento que atravesamos. Si conseguimos el equilibrio, el respeto, la satisfacción diaria, la pareja entra en nuestros planes, si no es así, nos distanciamos. He ahí la complicidad, la complementación, el aprender de nosotros mismos (aquello que dicen conocerse, tolerarse, aceptarse…saber quién es esa persona cuya imagen aparece cuando nos miramos al espejo). La libertad, eso tan ansiado desde la prehistoria en la humanidad, es uno de los valores que todos apreciamos, seamos conscientes o no. El saberla manejar junto a otra persona, requiere ciertos alicientes que la permitan: compromiso, objetivos alineados, compensación, respeto, vernos y ver al otro como seres en construcción, mantener esa mirada de las riquezas que tiene el otro, asistir a su crecimiento sin perdernos el nuestro. Crear una relación entre 2 personas como un equipo, no como 2 rivales. Tener el coraje de escuchar, de parar el pensamiento y raciocinio, y avanzar hacia esa metacomunicación en la que ese gesto, esa mirada, esa mueca ya hable por nosotros y la recibamos sin pretender excusas, quejas ni lamentos. Una especie de desnudez, un acercamiento desde esa energía que caracteriza a la otra persona, una ternura digna de atravesar y atravesarnos. Sembrar la ilusión, emprender nuevos retos, saltar los obstáculos como alicientes de una vida conjunta en la que cada uno, al levantarse sigue apostando por la maravilla que es estar al lado del otro. Más allá de interpretaciones, de reclamaciones…auténtico. Ser conscientes de que no se trata de un encarcelamiento, que cada uno tiene su espacio, al tiempo que es agradable compartirlo, que puedes contar con el otro, que está ahí. Que la/lo quieres por él mismo, no por lo que podría ser, no por un acuerdo fruto de un desengaño. En esa libertad mencionada, desde un respeto y responsabilidad personal (ni colgarnos en el otro ni llevarlo a cuesta), el aspecto relacional es esencial. Somos seres interdependientes, cada persona requerimos de nuestro espacio, nuestro tiempo a solas, nuestras relaciones con otros (compañeros de trabajo, amigos, clientes, familiares), sin embargo el sentimiento de soledad nace desde uno mismo. A veces sucede que no sabemos estar con nosotros mismos, puede que incluso nos aburramos. Observa la esencia de lo que expone la lectura del libro “Mecanoscrit del segon origen” de Manuel de Pedrolo, la vida, sin nadie con quien compartirla no tiene sentido, es una forma de supervivencia limitada. Tienen medios materiales a su alcance, todo lo que puedan necesitar, sin embargo no lo pueden disfrutar, falta lo esencial. Tuve un primer contacto con ese libro cuando cursaba Bachillerato, luego lo retomé, y volví a saborear, cuando cursaron Bachiller mis hijos (uno y otro) y los profesores continuaban recomendándolo, como lectura obligada.
Cuando uno está bien consigo mismo, la presencia del otro es agradable, tenemos ganas de compartirlo, de revivirlo, de experimentarlo nuevamente con la energía del otro, con sus bendiciones (ben-diciones). Lo mismo sucede cuando tenemos momentos bajos, que, al compartirlos baja la intensidad del malestar. Sin embargo, cuando estamos mal con nosotros mismos, ahí sucede la contrariedad, buscamos un escudo, un alma expiatoria donde volcar nuestra propia decepción. Es como si tuviéramos la necesidad de buscar el fallo en el otro, y suele ser inconsciente. De la misma forma que nos sucede en otras relaciones como las laborales. Esta ceguera hacia nosotros mismos, va revertiendo esa visión que, en un principio teníamos de la otra persona, acabando por encontrar en ellos aquellas partes que reflejan las que de nosotros mismos no aceptamos ni toleramos.
… ese amor que, sin la otra persona queda cojo y falto de emoción. La misma energía que surge en la adolescencia, esos momentos de no saber qué queremos, adónde vamos, indecisiones, miedos, cambios…también sucede en edades que consideramos biológicamente adultas. Siguen los cambios hormonales, se ralentiza la renovación física y, socialmente, nos vemos en la obligación de “dar una imagen adulta, responsable, de valor”, parece como si estuviéramos exigiéndonos más y más, y ahora sin la ventaja que podría ofrecer la excusa de la “inconsciencia juvenil” o de la “inexperiencia”. ¿Quién es nuestro peor enemigo??? Está claro. Nos aislamos en círculos viciosos, vemos oscuridades, medios vasos, ¿qué regenera sí o sí la energía? ¿Qué la destruye? Amor / miedo. El milagro del nacimiento, en sí ya confiere que seamos “amables”: dignos de ser amados. ¿Por qué no comenzar ese acto con uno mismo, en el instante en que lo sabemos? Somos conscientes de que el reconocimiento muchas veces lo buscamos afuera, que venga desde otros. Somos expertos, cada uno en su propio formato, en llamar la atención “ser atendidos”. Entonces, si nos reconocemos, luego, nos podemos atender, no sería iniciar el proceso desde una buena base, en lugar de andar deambulando y buscando, cuando lo tenemos al lado?! Cuando estamos en ese estado de satisfacción, imagina compartirlo con otro ser, sin dependencia, por puro placer, por tener y poder ofrecer.

Es mi deseo os sea provechoso y os conduzca a otra versión de la que ya hayáis aprendido.

Comentarios: 2

  • #1
    PABLO(jueves, 28 junio 2012 02:32)
    Gracias por compartir esta hermosa y profunda reflexión, creo que la vida esuna camino de aprendizaje, y esta etapa de soledad en la que a veces deambulamos los adultos por largos periodos de tiempo, sin tener claro lo que buscamos como queriendo no fallar otra vez,y este miedo nos impide mostrarnos como realmente somos, el error en las relaciones de pareja tiene un peso considerable en nuestra sociedad, como no nos gusta lo que reflejamos, ante nuestra incapacidad para menejar este miedo, preferimos ocultarnos, y esto refuerza nuestra soledad y baja autoestima. el libro que mensionas “Mecanoscrit del segon origen” de Mercè Rodoreda, crees que este editado en Español? gracias y recibe un fuerte abrazo eres muy amable
  • JimdoPro
    #2
    tuacierto(martes, 03 julio 2012 02:03)
    Hola, Pablo!
    Ante todo, te pido disculpas por un error en el nombre del autor, el cual acabo de subsanar. El verdadero autor del libro "Mecanoscrito del Segundo Origen" es Manuel de Pedrolo y sí que está editado en castellano.
    Respecto a la autora Mercè Rodoreda, el libro que podría llevar a un aproximado valor emocional lo imprime en su obra "La Plaza del Diamante", que también fue editada en formato cinematográfico.
    No sé desde qué lugar geográfico me escribes, sin embargo una de las opciones bastante ilimitadas es la que ofrece, para según qué zonas La Casa del Libro desde su web (en google la encuentras!).
    Desde otro aspecto, hice un resumen del libro "Dos Almas Gemelas" (http://www.tuacierto.com/recursos/lecturas/dos-almas-gemelas/), el cual puede "endulzar" bastante otra mirada de un mismo mensaje.
    Muchas gracias por tu lectura, comentario y gratitud expuestas. Es un verdadero placer tal reconocimiento, una bonita forma de valorar y mostrar utilidad a mis artículos.
    Un fuerte abrazo y mis mejores deseos.
    Hasta pronto!


1 comentario:

  1. Estoy reformando la web www.tuacierto.com, de ahí que he decidido eliminar el Blog adjunto y traspasar a este los artículos que considero actualizables. No obstante, he respetado los comentarios que, en su día tuvieron lugar. Muchas gracias ;)

    ResponderEliminar