domingo, 7 de enero de 2018

¿Dependiente o independiente?

Gaviota reflexionando ante el horizonte del mar

Ser independiente emocionalmente, en líneas generales, es dar respuesta a tus propias necesidades de afecto. Sin embargo, las personas con dificultad en hacer sus demandas y pedir; que buscan la aprobación de los demás; que les resulta difícil estar solos; que en estos momentos les falte motivación e iniciativa, están más declinados a la dependencia emocional. Sencillamente están más expuestos a la voluntad y acción desde los otros.

Beneficios que te aporta la independencia emocional

Imagen de tú eres quien decide lo alto que quieres volar
La sociedad nos expone muchas veces a la tendencia victimista, es más, a veces, parece que quien más se queja, más caso se le hace, o más atención se le presta. Aprender a reconocer tus propias necesidades afectivas para satisfacerlas sin esperar lo que venga de los demás te evitará muchas decepciones y chantajes emocionales. De esta manera podrás desarrollar una mejor autonomía afectiva, y ser dueñ@ de tus emociones, sentimientos, actitudes y acciones. Identificar si hay dependencia y darnos cuenta de dónde proviene nos ayudará a reconducirla para así disfrutar de relaciones más saludables.

La procedencia de las inseguridades afectivas

La dependencia emocional, ese apego, inicia en la infancia, una etapa muy importante y con gran repercusión en la vida adulta. Tanto que muchos de los problemas que un adulto puede tener en sus relaciones, sean éstas de pareja, de amistad o laborales, tienen su origen en esta etapa.
Te sonarán esas relaciones de “ni contigo, ni sin ti”? Lo podríamos denominar como
relaciones de pareja tóxica, con dependencia emocional, en las que están presentes una serie de conductas que afectan a las relaciones y, también, al bienestar de las personas.
Pareja abrazándose con dependencia emocional
“Ni contigo, ni sin ti mis penas tienen remedio. Contigo porque me matas y sin ti porque me muero”
-Anónimo-
Investigación de la procedencia de la dependencia afectiva
Un grupo de madres y sus bebés intervinieron en una investigación llevada a cabo por la psicóloga Mary Ainsworth. El estudio tuvo lugar en un entorno desconocido y se realizaron algunos ejercicios sobre situaciones diversas como, por ejemplo, que la madre dejase a su bebé solo en una habitación extraña. Se descubrió que aquellos bebés que tenían una relación de apego con su madre intentaban aferrarse a ella y que esta no se alejase de ellos. Si, con muchos esfuerzos, lo conseguía, se enfadaban mucho, pataleaban, gritaban y lloraban de una manera desconsolada.
Cuando la madre volvía, los niños buscaban de nuevo el contacto con ella, pero una parte de ellos arqueaba un poco la espalda como para mantener una determinada distancia. Es decir, estaban decepcionados y, sobre todo, desconfiaban y actuaban con el temor de que su madre volvería a abandonarlos. De hecho, tras la situación experimentada se resistían mucho a ser calmados.
Mamá con su hijita llorando por apego

El tipo de apego que esté presente en la infancia también lo estará en la vida adulta, aunque de otra forma y en otras circunstancias. Nuestro cerebro no percibe el paso del tiempo, sino las diferencias entre un estado actual y un estado anterior que todavía recuerdan.

Conclusiones sobre el apego infantil

La investigación arrojó luz sobre esas situaciones en la que una figura de apego, usualmente los padres, puede abandonar a la familia, pero después regresa al hogar. También, sobre los casos en los que el niño crece en un entorno donde los padres se alejan y retoman la relación repetidas veces. En algunos casos y, si la separación no se hace bien (con ansiedad por parte de los padres), esto provoca una inseguridad y un miedo al abandono que son las causas de los comportamientos de reaciones de dependencia y apego.

Estudio de caso: el deseo de estar continuamente con nuestra pareja
¿Te has visto en este caso o conoces de alguna pareja en este sistema?
Suceden frases como: “Ojalá trabajases en casa”, “me encuentro tan feliz cuando estás a mi lado”, “¡qué pena que tengas que irte a esa reunión!”. Estas y otras frases puede que las hayamos entonado o escuchado sin pararnos a pensar en ellas.
La persona con apegos afectivos en su infancia, si no lo ha superado en su adolescencia, puede que en su vida adulta desee que su pareja esté siempre con ella.
Pero esto lo lleva hasta tal extremo que si su pareja queda con sus amigos ella querrá estar ahí. Se convierten así en la típica pareja que lo hace todo juntos, como si fueran un pack. Pero, ¿qué sucede cuando no queda otra que hacer cosas por separado?
Pareja en la playa alejándose por dependencia emocional

La persona con este tipo de apego siente lo mismo que en su infancia. Un terrible abandono, la desconfianza de que su pareja no quiere pasar tiempo con ella y que, quizás, ya no la quiere tanto como antes. Todo esto son suposiciones que, desde nuestro punto de vista, son irracionales. No obstante, para esta persona son muy probables.

Quizás sus lloros, sus quejas, acompañándolas de la sentencia de que “ya no la quiere como antes” consigan que su pareja ponga una excusa para no asistir a la reunión. Sin embargo, aunque lo haga la persona con este apego se mostrará disgustada y enfadada: intentará que el otro se sienta culpable para asegurarse de que no vuelva a pasar. Rechazándolo y castigándolo, pero al mismo tiempo aferrándose a su presencia. Una contradicción presente desde la infancia.

Algunas relaciones disfuncionales son fruto de un apego inseguro construido en la infancia.

La inseguridad en las relaciones, el miedo al abandono y a la soledad, la dependencia emocional, encadenar unas relaciones con otras, el sufrimiento en el momento de amar son algunos ejemplos de las consecuencias que puede tener para una persona 
el hecho de haber desarrollado apego y no desarrollar su independencia emocional.

A veces, puede creer que se encuentra a personas que no la merecen. Sin embargo, no se da cuenta de que está repitiendo patrones de comportamiento que generan que una y otra vez sus relaciones terminen de la misma forma. Además, cuando esto sucede se confirma la creencia que tanto tiempo lleva arrastrando: la de que todo el mundo quiere abandonarla.

¿Qué significa "Ser una persona dependiente"?
Podemos afirmar que una persona es dependiente cuando no puede realizarse sin la acción o la intervención de otra persona. De esta manera, se sitúa bajo la autoridad de dicha persona. Entonces, la dependencia se sitúa a un nivel afectivo, porque su felicidad sólo puede ser completa si afecta o es afectada por otra persona. Observa la dificultad de relación de desapego entre padres/madres e hijos, que se suele confundir con autoridad o protección.
Caricatura de mujer en posición fetal con el mensaje de que no te olvides de quererte

¿Por qué nos volvemos dependientes?
Es muy sencillo; no nos queremos lo bastante. Nos falta autoestima y desarrollamos una imagen negativa de nosotros mismos.
Otro factor importante es no asumir nuestra responsabilidad, que hace que cada persona sea el propio creador de su vida. Al ignorar esta gran verdad, creímos, cuando éramos  jóvenes,  que  los  demás eran responsables de nuestra felicidad. Así pues, cuando no hay nadie para responder a nuestras necesidades afectivas, nos convertimos en personas carentes de afecto y con expectativas cara a los demás, situación sumamente desagradable e inconfortable para ambas partes.

Una vez observamos rasgos mayores o menores en nosotros a este respecto, es cuando podemos ponernos manos a la obra hacia nuestra independencia emocional bien sostenida y disfrutada. No olvidemos que la libertad adquiere este compromiso y responsabilidad para nosotros mismos. Si te sientes en la tesitura de no poder romper estos patrones de comportamiento, la aportación del coaching wingwave® puede resolverlo en 3/5 sesiones. Si te quedasen dudas, puedes realizar un comentario.

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