Os traslado una anécdota que me ha contado uno de los
alumnos del curso de comunicación, en este caso una chica, la llamaré Lucía. Es
de agradecer, pues la semilla está actuando…
Yendo a la compra, con prisas por salir en breve de viaje de
Semana Santa, ha sido casi asaltada por un joven que intentaba, a toda costa,
que le diera sus datos para enviarle por correo una VISA ORO de la empresa financiera
a la que representaba.
Lucía le ha comentado que ya se la habían ofrecido
telefónicamente, que no era de su interés ni utilidad, que le estaba muy
agradecida pero que el fin de la tarjeta distaba mucho de su posición
económica. La respuesta del joven era de insistir en que le diera los datos y
que ya la dejaba continuar con sus tareas. Lucía, en un acto de ser coherente
con su tiempo, no sólo del momento, sino del diario y de la empresa que representa el joven, le ha
pronunciado “flaco favor me haces”, voy muy justa de tiempo en mis quehaceres
diarios y sólo me falta incrementar y dispersar. El joven no ha reaccionado con
empatía, sino que ha dado muestras, no sólo de no haber escuchado para nada lo
que Lucía le estaba diciendo, desde su propia honestidad, sino que le ha
propinado un gesto despectivo, como de no colaboración por lo que él quería y
no recibía.
Verdaderamente, yo me pregunto si a estos jóvenes que les
dan unas charlas (suelen pronunciar lo mismo al inicio de su discurso), incluso
cursos de ventas, si realmente les introducen en el mundo de la comunicación.
Si entendemos que una venta surge de una propuesta que una
empresa ofrece para cubrir una necesidad, siendo de la índole que sea
(emocional o pragmática), y que el posible cliente no está recibiendo esa
información como una oportunidad, sino como una amenaza (a su tiempo, dinero,
coherencia, prioridades, etc.) ¿creéis que la venta sucederá?
Entiendo que la comunicación es un diálogo que va de un
emisor a un receptor, en el que intervienen la escucha y el feedback. Si ya nos
saltamos los principios básicos, en la intentona de vender como sea, ¿a qué
jugamos? Por supuesto que, en el caso de ventas, debe haber más ingredientes,
como el atractivo del producto para el supuesto cliente y el facilitar o
trasladar una mejora en su acto.
Si esto lo trasladamos al cómo nos comunicamos con nosotros
mismo, surge la pregunta ¿te escuchas? ¿escuchas a los otros? O tal vez creas
supuestos y te imaginas lo que la otra persona te pueda decir!
A veces, corremos tanto, que nos olvidamos de lo más
sencillo y amable del ser humano y las relaciones: el crear placer y arte en
una comunicación. Esa forma de reconocimiento nuestro y del otro.
Muy buena reflexión Mª Carmen.
ResponderEliminarTu lo has dicho; Si no somos capaces de escucharnos o entendernos a nosotros mismos, difícilmente podremos escuchar o entender al que tenemos en frente.
Un abrazo.
Hola, Manu!
EliminarEso nos indica un poquito de trabajo interior, ¿no? Ánimo! puede ser un nuevo descubrimiento! La vida es la experiencia que respiramos a diario, el innovar nos puede llevar a una sonrisa!
Gracias por aportar con tus comentarios!
Un abrazo :)