sábado, 23 de octubre de 2010

La adultez

"Uno de los indicios inequívocos de haber madurado y de habernos convertido en adultos es abandonar, por tanto, la queja y el reclamo continuos y comenzar a practicar la gratitud, así como hacernos cargo de nuestra propia vida y asumir plenamente nuestras responsabilidades"
Esta cita corresponde al primer párrafo de la página 153 del libro Adolescentes "Qué maravilla" de Eva Bach Cobacho.
Si nos aplicamos esta receta, ¿cuántos de los que nos llamamos adultos no  vivimos en un estado cristalizado de "adolescentes"?
Todos los adultos, en depende qué momento y situación, manejamos las cuatro mentalidades: niño, rebelde (adolescente), adulto y viejo. Son mentalidades, formas de actuar que generamos inconscientemente.
La mentalidad niño es fantástica para improvisar, experimentar, ser creativos. Esto nos facilitará en muchos momentos de nuestro día: en el trabajo, en nuestras relaciones, con nosotros mismos.
La mentalidad rebelde bien llevada, es propicia para indagar más allá de las normas o situaciones cerradas, para poder aportar esa energía que a veces nos encasilla en un "modus operandi", quizás me atrevería incluso a decir que nos da esa chispa de distinguirnos y alejarnos de ciertos convencionalismos.
La mentalidad adulto, es aquella que manejamos cuando sopesamos lo que nos encontramos y, por tanto, elegimos. Mediante el diálogo y las situaciones, convenimos cuál es la opción más apropiada para nuestro cometido, es decir reflexionamos, no nos cerramos a nuestra única opinión, sino que nos enriquecemos con las de otros, con sus experiencias y también ofrecemos las nuestras.
La mentalidad viejo, es la que menos nos permite crecer, es aquella en la que nos ofuscamos con las cosas, las situaciones. Nos cruzamos de brazos y nos cerramos al mundo, no queremos saber nada!!! Como dice su propia esencia, no es constructiva, va en nuestra contra y nos muestra desagradables y obtusos, faltos de recursos.
Un buen ejercicio para SER, para responsabilizarnos de cómo actuamos, por lo tanto, de cómo vivimos, es fijarnos en nuestras reacciones. Una vez las conocemos, podremos rectificar hacia nuestro propio agrado y confort. No se trata de paralizarnos y actuar cada día igual: "más de lo mismo", seguro que te suena esta frase o la otra: "esto es lo que hay". Quizás en más de una ocasión no ta hayas conformado o te hayan irritado ambas frases. Pues ya sabes! Se trata de ir girando el volante de tu vida, si siempre sigues por la misma dirección, verás el mismo paisaje y ocurrirán cosas parecidas. Prueba a ver otros caminos, no es necesario hacer un giro de 90º, con pequeñitos notarás grandes resultados. Siempre si actúas distinto observarás otras cosas, experimentarás nuevos resultados, esto es crecer. Si nos quedamos en la cama, o lo que es lo mismo, vivimos automatizados al mismo patrón, vaya aburrimiento! Lo de quejarse no funciona, revisa tus quejas y verás qué poco haces con pronunciarlas o sentirlas. Ya sé que, muchas veces nos parece más sencillo revolcarnos en lo que no nos agrada que inventar nuevos trayectos, esa es tu elección, tu aventura!
Pequeñas dosis de constancia y compromiso son buenos aliados para construir una vida plena. Muchas veces nos agradan personas por cualidades que destacan en ellas y que nos gustaría adquirir. Es muy motivador probar esos valores que les vemos tan agradables en nuestra persona y, desde nuestras circunstancias, hacer una amalgama entre lo que nos proyecta esa figura y cómo nos sentaría bien en nuestra estructura: encajarla!
Darnos permiso, hacernos las cosas fáciles, es lo más sencillo. También te sonará la frase: "nos complicamos la vida!". El secreto está en HACER, el resto viene a continuación, nos proporciona la observación y reflexión, por lo tanto nos lleva hacia poder elegir con más detalles.
Después de todo ser adultos es una maravilla, nos permite utilizar conscientemente los recursos de que disponemos al tiempo que crear nuevos ¿por qué no? ¿recuerdas en tu infancia qué era para ti ser adulto? ¿y luego, en la adolescencia? Ja! pues ya has llegado! ¿qué parte te cuentas e inventas? ¿cómo lo llevas? ¿qué tal cariño y humor? Te invito a que le saques el traje serio y comiences a disfrutar o sigas disfrutando!
Un abrazo!!!

viernes, 1 de octubre de 2010

Puedes elegir


De la misma forma que creamos hábitos, con los que nos capacitamos y aprendemos a hacer las cosas de manera tan fácil que casi se automatiza (respirar, enfadarnos, amar, alegrarnos, entristecernos, caminar…….), podemos desautomatizar ciertos hábitos que nos perjudican y probar otras formas para sentirnos mejor. Esto no sucede, si no somos conscientes de que ese  comportamiento nuestro no sirve para nuestro bienestar. Quizá, cuando lo adoptamos nos servía, o  tal vez, tan sólo nos lo habían trasladado y no observábamos que no se “cosía” con nosotros. Lógicamente, el cambiar por cambiar no nos motiva. Sin embargo, para motivarnos en una nueva postura nuestra ante las situaciones, el simple hecho de detectar que algo nos molesta “esto no me va”, “esto así no me gusta”, ¿por qué las cosas tienen que salir así?,…nos lleva a la intención de desear que esto cambie, por lo tanto a probar fórmulas. Ya sabemos que no funciona lo de desear que todo a nuestro alrededor cambie o que “los otros” cambien. Es un ejercicio como los atletas, ir cada vez aumentando nuestra práctica hacia probar otras formas de actuar, tomando como guía, por ejemplo, a los aspectos que nos muestran otras personas de resolver y afrontar las situaciones. Es una forma de variación, utilizar de “chuleta” el cómo lo hacen otros que vemos que nos agrada cómo se muestran, o bien recoger nociones de aquí y de allá y crear la nuestra propia.
Te cuento una historia, para que puedas empatizar y ampliar la visión de quien lo está “sufriendo”.
Arturo tiene a su padre en el Hospital, en cuidados intensivos desde hace 3 semanas. Durante las cuales, los informes médicos son del tipo “está muy grave y podemos hacer esto, sin embargo, somos conscientes de que haciendo esto, le estropeamos lo otro, aunque si no se lo hacemos, lo perdemos.  Pero también podemos perderlo mientras hacemos esto”.
Arturo es el hermano mayor de 3, el resto son 2 hermanas, y éste papel lo tiene desde hace 12 años, ya que su hermano mayor le cedió el puesto. Ya no está en este plano existencial.
Puedes imaginarte su estado de ánimo de día tras día esforzarse en compaginar estas noticias de un ser amado y de tanta relevancia (figura de autoridad paterna) con sus otras prioridades: su madre de 84 años (1 año mayor que su esposo), la familia creada por él, el trabajo (siendo socio empresario),  sus aficiones, y demás responsabilidades.
A estas alturas, casi trascendiendo las limitadas noticias médicas, en cuanto a entusiasmo, su padre comienza a regresar a la consciencia. Su aspecto mejor no mencionarlo (lleva conectada más maquinaria de la que muchos hogares tienen en su conjunto tecnológico, sumando incluso los electrodomésticos!!), su estado anímico, según indica su imagen y lo que los médicos informan está depresivo. La visita diaria adquiere una mezcla de impotencia por la situación (no puedo hacer más) junto a la ilusión de que ese pequeño avance diario se traduzca en una sonrisa desde el padre al hijo. Un pequeño reconocimiento totalmente deseado a modo de “incentivo” para continuar cada día.
El consejo desde la autoridad médica, como de las enfermeras que rodean el trato diario al padre es de ser muy positivos, animarle y contarle cosas que le lleven lejos de esa apatía que muestra. Aspecto comprensible si, además de tener presente en nuestra objetividad todos los fármacos introducidos en su cuerpo, con la intención de “salvarle la vida”, tenemos en cuenta que la persona que está postrada en una cama totalmente conectada es un comunicador nato, que se nutre del aspecto relacional y la actividad constante.
Dicen los expertos en estas realidades, que el enfermo no tiene sus capacidades mentales al 100%, es más, cuando se liberan de la química introducida en su cuerpo, no recuerdan a penas esas vivencias, lo entienden como un paisaje borroso. Sin embargo, una cuestión difícil es la de los familiares que viven e interpretan las señales recibidas, casi arrancadas a su ser querido, cuando no reciben ese amor desde un ligero o sutil guiño. Es muy doloroso interpretar negación hacia tu presencia, se lleva como una especie de afrenta desde el ser querido. Se sienten incluso unos celos involuntarios hacia el personal sanitario si las muestras que esperas recibir: el feedback, el asentir, el parpadear, el fijar la mirada (ante la falta de manifiesto muscular facial), las reciben éstos. Es como una decepción del orden esperado: primero yo, papá, que estoy aquí por ti, que quiero que salgas adelante, que necesito de tu bienestar…y luego esas personas que ejercen esa tarea tan humana, pero que saben manejar y ser coherentes con los sentimientos ante y hacia el paciente, pues es parte de su entrenamiento diario.
Lo más sensato hacia nosotros mismos, metiéndonos en la piel de Arturo, podría ser el salir un poco de su propio sentimiento y actuar como observador ajeno. Me explico, cuando nos cuentan historias otras personas, dado que no las sentimos en nuestras carnes y estamos más libres emocionalmente hablando, somos capaces de dar alivio, sugerencias,…de escuchar. ¿Qué tal si Arturo intenta tener una conversación interior con su padre? Aquello que le diría sin turbarse, sin sentir pudor, esos sentimientos que nos cuesta hasta de ponerles palabras…Muchas veces, cuando ves sin energía a un ser querido, si no esperas nada de él, y tan sólo ofreces, no hacen falta palabras. Esas las llevas dentro, pero las puedes transmitir con tu “estar” sin más, con cogerle la mano, con decirle “hola, estoy aquí, para lo que precises”.
Eso sienta muy bien, y te aleja de esa necesidad inconsciente de solicitar ánimo de quien más lo requiere.
Es mi deseo ayudar a tantos como se encuentren en situaciones transicionales parecidas, invitándoles a reflexionar más allá de su propio dolor y tristeza, pues ni nos ayudamos ni ayudan.  Puedes comenzar a practicar tan pronto como te lo propongas y constatar tu cambio de ánimo y subida de energía. No esperes a desproporcionar la realidad, si manejas tus emociones y las llevas a la alegría e ilusión por avanzar, por un mejor momento, por una sonrisa perdida que tú recojas…sentirás un grato bienestar de haber colaborado, como mínimo hacia tu persona. Y eso se contagia!!!!
Un abrazo.