viernes, 1 de octubre de 2010

Puedes elegir


De la misma forma que creamos hábitos, con los que nos capacitamos y aprendemos a hacer las cosas de manera tan fácil que casi se automatiza (respirar, enfadarnos, amar, alegrarnos, entristecernos, caminar…….), podemos desautomatizar ciertos hábitos que nos perjudican y probar otras formas para sentirnos mejor. Esto no sucede, si no somos conscientes de que ese  comportamiento nuestro no sirve para nuestro bienestar. Quizá, cuando lo adoptamos nos servía, o  tal vez, tan sólo nos lo habían trasladado y no observábamos que no se “cosía” con nosotros. Lógicamente, el cambiar por cambiar no nos motiva. Sin embargo, para motivarnos en una nueva postura nuestra ante las situaciones, el simple hecho de detectar que algo nos molesta “esto no me va”, “esto así no me gusta”, ¿por qué las cosas tienen que salir así?,…nos lleva a la intención de desear que esto cambie, por lo tanto a probar fórmulas. Ya sabemos que no funciona lo de desear que todo a nuestro alrededor cambie o que “los otros” cambien. Es un ejercicio como los atletas, ir cada vez aumentando nuestra práctica hacia probar otras formas de actuar, tomando como guía, por ejemplo, a los aspectos que nos muestran otras personas de resolver y afrontar las situaciones. Es una forma de variación, utilizar de “chuleta” el cómo lo hacen otros que vemos que nos agrada cómo se muestran, o bien recoger nociones de aquí y de allá y crear la nuestra propia.
Te cuento una historia, para que puedas empatizar y ampliar la visión de quien lo está “sufriendo”.
Arturo tiene a su padre en el Hospital, en cuidados intensivos desde hace 3 semanas. Durante las cuales, los informes médicos son del tipo “está muy grave y podemos hacer esto, sin embargo, somos conscientes de que haciendo esto, le estropeamos lo otro, aunque si no se lo hacemos, lo perdemos.  Pero también podemos perderlo mientras hacemos esto”.
Arturo es el hermano mayor de 3, el resto son 2 hermanas, y éste papel lo tiene desde hace 12 años, ya que su hermano mayor le cedió el puesto. Ya no está en este plano existencial.
Puedes imaginarte su estado de ánimo de día tras día esforzarse en compaginar estas noticias de un ser amado y de tanta relevancia (figura de autoridad paterna) con sus otras prioridades: su madre de 84 años (1 año mayor que su esposo), la familia creada por él, el trabajo (siendo socio empresario),  sus aficiones, y demás responsabilidades.
A estas alturas, casi trascendiendo las limitadas noticias médicas, en cuanto a entusiasmo, su padre comienza a regresar a la consciencia. Su aspecto mejor no mencionarlo (lleva conectada más maquinaria de la que muchos hogares tienen en su conjunto tecnológico, sumando incluso los electrodomésticos!!), su estado anímico, según indica su imagen y lo que los médicos informan está depresivo. La visita diaria adquiere una mezcla de impotencia por la situación (no puedo hacer más) junto a la ilusión de que ese pequeño avance diario se traduzca en una sonrisa desde el padre al hijo. Un pequeño reconocimiento totalmente deseado a modo de “incentivo” para continuar cada día.
El consejo desde la autoridad médica, como de las enfermeras que rodean el trato diario al padre es de ser muy positivos, animarle y contarle cosas que le lleven lejos de esa apatía que muestra. Aspecto comprensible si, además de tener presente en nuestra objetividad todos los fármacos introducidos en su cuerpo, con la intención de “salvarle la vida”, tenemos en cuenta que la persona que está postrada en una cama totalmente conectada es un comunicador nato, que se nutre del aspecto relacional y la actividad constante.
Dicen los expertos en estas realidades, que el enfermo no tiene sus capacidades mentales al 100%, es más, cuando se liberan de la química introducida en su cuerpo, no recuerdan a penas esas vivencias, lo entienden como un paisaje borroso. Sin embargo, una cuestión difícil es la de los familiares que viven e interpretan las señales recibidas, casi arrancadas a su ser querido, cuando no reciben ese amor desde un ligero o sutil guiño. Es muy doloroso interpretar negación hacia tu presencia, se lleva como una especie de afrenta desde el ser querido. Se sienten incluso unos celos involuntarios hacia el personal sanitario si las muestras que esperas recibir: el feedback, el asentir, el parpadear, el fijar la mirada (ante la falta de manifiesto muscular facial), las reciben éstos. Es como una decepción del orden esperado: primero yo, papá, que estoy aquí por ti, que quiero que salgas adelante, que necesito de tu bienestar…y luego esas personas que ejercen esa tarea tan humana, pero que saben manejar y ser coherentes con los sentimientos ante y hacia el paciente, pues es parte de su entrenamiento diario.
Lo más sensato hacia nosotros mismos, metiéndonos en la piel de Arturo, podría ser el salir un poco de su propio sentimiento y actuar como observador ajeno. Me explico, cuando nos cuentan historias otras personas, dado que no las sentimos en nuestras carnes y estamos más libres emocionalmente hablando, somos capaces de dar alivio, sugerencias,…de escuchar. ¿Qué tal si Arturo intenta tener una conversación interior con su padre? Aquello que le diría sin turbarse, sin sentir pudor, esos sentimientos que nos cuesta hasta de ponerles palabras…Muchas veces, cuando ves sin energía a un ser querido, si no esperas nada de él, y tan sólo ofreces, no hacen falta palabras. Esas las llevas dentro, pero las puedes transmitir con tu “estar” sin más, con cogerle la mano, con decirle “hola, estoy aquí, para lo que precises”.
Eso sienta muy bien, y te aleja de esa necesidad inconsciente de solicitar ánimo de quien más lo requiere.
Es mi deseo ayudar a tantos como se encuentren en situaciones transicionales parecidas, invitándoles a reflexionar más allá de su propio dolor y tristeza, pues ni nos ayudamos ni ayudan.  Puedes comenzar a practicar tan pronto como te lo propongas y constatar tu cambio de ánimo y subida de energía. No esperes a desproporcionar la realidad, si manejas tus emociones y las llevas a la alegría e ilusión por avanzar, por un mejor momento, por una sonrisa perdida que tú recojas…sentirás un grato bienestar de haber colaborado, como mínimo hacia tu persona. Y eso se contagia!!!!
Un abrazo.

4 comentarios:

  1. ¡Bravo por Arturo, por su padre tan enfermo, por su madre y sus hermanas y hasta por su hermano mayor que le cedió el puesto en su día (involuntariamente, claro! Todos ellos necesitan muchos ánimos ya que su realidad es muy angustiante y dura de sobrellevar. ¡Bravo por el día a día de todos ellos! Un beso muy especial a todos ellos de mi parte.

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  2. Que historia más estupenda. Llena de ternura y de comprensión. Se desprende de todos los personajes mucho amor. El amor es el que Arturo debe transmitir a su padre, y no necesita palabras, simplemente con un contacto piel con piel es suficiente. Somos energía y estoy segura que su padre siente la energía de amor de su hijo cerca de su corazón. Ánimo a toda esa familia. Crissssssssss

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  3. Gracias Mari Carmen por recordarnos que podemos cambiar nuestra forma de ver las cosas, a ser más positivos. Qué bonita historia y qué buenos consejos.

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  4. Gracias a todos los que propiciais que así sea!
    Un abrazo

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